(Introducción al libro Nuestro Camino de Santiago, dos cubanos y una curazoleña por Galicia, de Raúl Gonguer)
Los libros de viaje son, probablemente, el único género literario que no fue creado por escritores sino por personas llenas de asombro que se sintieron en la obligación de contar sus trayectos. Así fue cómo algunos diarios de grandes navegantes se convirtieron en obras cumbres de la literatura universal.
El más temerario de aquellos exploradores, Cristóbal Colón, acabó escribiendo el primer libro del nuevo mundo. Su diario, lleno de exageraciones y fascinación, es una lectura al que vuelvo a cada rato. De alguna manera ahí se anuncia como sería el carácter de las culturas tan diversas que habitaríamos el Caribe.
Cada vez que Colón ponía pie en tierra, escribía que acababa de llegar al lugar más hermoso que ojos humanos habían visto. Lo dijo en La Española y lo repitió en Cuba. No escatimó adjetivos en la descripción de ambas islas, pero gracias a esos apasionados relatos empezó Nuestro Relato.
De un tiempo a esta parte me he convertido en un lector de libros de viajes. Con la misma pasión que de joven buscaba poemarios y de adulto narrativas, ahora corro a las crónicas de los viajeros en cuanto entro en las librerías. Hace poco caí en cuenta de que tenía una gran colección de volúmenes escritos por viajeros.
Esa obsesión se la debo a obras de Fredrika Bremer, Henry David Thoreau, Karen Blixen, Thor Heyerdahl, John Steinbeck, Paul Theroux y Sylvain Tesson, entre muchos otros. No puedo dejar de mencionar los Diariosde José Martí, para mí su obra cumbre y el gran libro de viajes cubano.
Cuando Diana me dijo que Raúl González Guerra quería que yo le hiciera una breve introducción a sus crónicas del Camino de Santiago, le dije que me encantaba la idea. Era mi oportunidad de agradecerle todo lo que disfruté, en tiempo real, cada uno de sus posts que compartió en Facebook.
Raúl y su esposo, Luis Orlando Tarragó, eligieron el Camino de Santiago para celebrar sus 40 años de relación. Además de esa hermosa excusa, Raúl y Luis Orlando tuvieron la suerte de encontrar una agencia que les ofreció consejos y los asistió en la planificación del viaje “con toda amabilidad, respeto y seriedad”.
Cada página de este libro es una prueba de que nunca es tarde para emprender un nuevo camino. No solo por el trayecto, sino por el rigor con la que Luis hizo sus apuntes. Por eso el autor afirma que la verdadera peregrinación no fue hacia Santiago, sino a la vida y al amor.
Paso a paso, página a página, este libro es una fuente de inspiración para futuros peregrinos (entre los que estaremos, con toda seguridad, Diana y yo). Henry Miller dijo una vez que su destino de viaje nunca era un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas. Eso hicieron Raúl y Luis Orlando al ir a Santiago.
Viajar a la vida y al amor es su verdadera Compostela.
La Loma de Thoreau, 15 de mayo de 2022
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