Ayer volé a San Juan, Puerto Rico, en un Embraer 190. Más que un avión, parece un ómnibus interprovincial. Quizás por eso la gente se comporta dentro de él de una manera diferente: se saludan y conversan como lo hacen en los viajes por carretera.
Cuando estábamos cruzando sobre el canal de La Mona, el cielo se cerró y el aparato empezó a zarandearse. Al principio algunos hicieron chistes, pero no mucho tiempo después la mayoría puso cara de preocupación.
El silencio era ya absoluto cuando se oyó a un dominicano desde el fondo: "¡Y en esta vaina no le dan a uno ni un Brugal para poderse morir contento!". La voz del comandante interrumpió las risas y los aplausos. Comenzábamos el descenso sobre la Isla del Encanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario