03 julio 2022

Quico Monzoña en una portada de Led Zeppelin


Una vez le comenté a Tom, el novio de mi hija Ana Rosario, que el disco “Led Zeppelin IV” (en realidad no tiene título) era uno de los que más había oído en mi juventud. Eso le sorprendió tanto que hace unos días, cuando llegamos a su casa en Harlow, me tenía de regalo la edición original en vinilo.
Le prometí que lo pondría en un cuadro en mi estudio. Además de lo que significa el álbum que atesora la mítica “Stairway To Heaven” (las “Escaleras al cielo” de todo aspirante a pepillo en mi generación), siempre asocié su portada con uno de los personajes más entrañables de mi pueblo.
Quico Monzoña pasaba dos veces al día por el potrero de mi abuelo con un cargamento de leña sobre su espalda. Lo llevaba envuelto en un saco al que yo le tenía terror. No era culpa mía sino de mi abuela. Cada vez que yo me rehusaba a comer algo, Atlántida me amenazaba con llamar a Quico para que me llevara.
Aunque el anciano y mis abuelos siempre se prodigaban saludos muy amistosos, yo siempre me parapetaba detrás de ellos. Hasta un día en que, por un descuido mío, nos encontramos cara a cara. Fue una tarde de frío en que acompañé a Aurelio a buscar cañas para las vacas al tren del central Mal Tiempo.
Eran cerca de las 6 y estaban a punto de empezar "Los muñequitos" (un programa de dibujos animados que no me perdía), por eso le pedí a mi abuelo que me dejara regresar solo a la casa. Como él podía seguirme con la vista durante todo el trayecto, accedió. Ya estaba oscureciendo, por eso no lo vi venir. 
Justo en la mitad de potrero, me encontré con Quico Monzoña. Aunque era un hombre pequeño, el cargamento de leña sobre su espalda lo hacía inmenso. Me quedé paralizado hasta que él, después de decirme “Camilitooooo” (los personajes de mi pueblo hablan con eco), siguió de largo.
“Quicooooo”, le respondí, tembloroso, a punto de que se me doblaran las piernas. Logré escuchar las carcajadas de mi abuelo. Luego, en la mesa, Atlántida y Aurelio no podían parar de reírse. Años después conseguí un cassette original de “Led Zeppelin IV” y recuperé a Quico.
Ahora lo tendré en mi estudio, junto a “Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band”, Beny Moré y “Cargar la suerte” de Andrés Calamaro. A diferencia de los otros discos, que también me han inspirado mucho, el de Led Zeppelin me devuelve a Quico Monzoña.
Con su cargamento de leña sobre la espalda, dirá mi nombre con eco y yo, feliz de no temerle, siempre le devolveré el saludo.

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