No soy religioso. Me crió la persona que más he admirado en mi vida, mi abuelo Aurelio Yero Alonso, quien era ateo y solo practicó con fundamentalismo una religión: el amor por Atlántida Mosteiro Góngora.
Sin embargo, a los 43 años conocí a una chica que necesita ir a misa de vez en cuando. En las primeras semanas de nuestro romance, solía acompañarla al monasterio de los dominicos en el Santo Domingo colonial.
Luego, cuando llegamos a la Loma de Thoreau, nos convertimos en vecinos de un monasterio cisterciense. Desde entonces, solemos disfrutar de los cantos y las oraciones de los monjes.
Este fin de semana fuimos a la misa del Domingo de Ramos. Al salir, escuchamos al viento mientras bajaba de la montaña y eso fue, para nosotros, el más conmovedor rezo.
Dice Rubén Blades que Dios conectando a uno, conecta a diez. Tenemos ocho plazas vacantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario