24 septiembre 2019

Cada vez tengo menos paciencia

Dos queridos amigos esperan una visita de Europa. Un importante artista, para más señas. Siempre que ellos o nosotros tenemos invitados, solemos juntarnos y compartir esa alegría a partes iguales. Esta vez, ellos prefirieron evitarlo. “No va a funcionar —nos advirtieron—. El tipo es de izquierda”.
Nos conocen demasiado. Saben que ni a Diana ni a mí nos queda paciencia para tolerar esa majomía; que perderemos los estribos en cuanto nos diga que hubiera querido conocer a Cuba cuando Fidel estaba vivo o que le encantaría ir antes de que llegue el capitalismo.
Estoy harto de que vean a mi país y a mis compatriotas como un parque temático, una especie de zoológico donde se exhiben los últimos sobrevivientes de esa atroz etapa de la evolución humana que fue el socialismo real. Aun en los que comparten esa “ideología”, hay una obsesión casi pornográfica en el fondo.
Los pocos amigos de izquierda que nos quedan se deben a cariños incorregibles. Nada ha logrado impedir, hasta ahora, que nos abracemos y hasta nos besemos cuando nos reencontramos. Pero es una cuota muy limitada que, bajo ningún concepto, ampliaremos.
Cada vez que alguien me pregunta por la revolución cubana, le respondo que se cayó en 1970, cuando fracasó la zafra de los 10 millones y Fidel Castro cambió nuestra soberanía por latas de carne rusa. Nunca he sabido responder la segunda pregunta, que siempre es sobre qué yo creo que va a pasar.
Aunque siempre la aprovecho para subrayar que Cuba ya no es un país, sino una larga extensión de ruinas en manos de cuatro viejos pánicos. Díaz-Canel, aclaro, es solo un testaferro, nombrado a dedo para gestionar las comunicaciones de esa “coyuntura” que pronto cumplirá 61 años.
A veces, solo a veces, el individuo nos dice que admira a la revolución y al pueblo cubano por "resistir a solo 90 millas del imperialismo yanqui". Como reconocí al principio, cada vez tengo menos paciencia con estos individuos. Por eso nuestros amigos han decidido no presentarnos a su próxima visita.
Hay que ser hijo de puta para seguir simpatizando con algo así. Y eso es lo único que me queda por decir cuando llegamos a ese punto.

2 comentarios:

George Gautier dijo...

100% contigo hermano. Años de sobra para darse cuenta de que aquello es un feudo de una familia criminal. No sabía que aún bloggeabas. Somos la resistencia blogger.

Unknown dijo...

Te comprendo. Mi tolerancia termina frente a la izquierda y los izquierdosos. Soy zurda y también escribo con la derecha...no vaya a ser cosa...