En mi infancia hubo tres grandes ríos: el Arimao (gracias a mi padre), el Almendares (gracias a los Venegas) y el Mississipi (gracias a Tom Sawyer y Huckleberry Finn). A finales del mes que viene, Diana y yo dormiremos tres noches en San Luis.
Además de conocer en persona al caudal que inspiró a Twain y a los fundadores del blues, podré ver jugar a Aledmys Diaz, quien nació —como yo— muy cerca del Arimao. Si le contara eso al niño que fui, no dormiría de la emoción.
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