El
día en que Diana Sarlabous y yo nos conocimos, descubrimos que ambos
compartíamos un sueño: tener una casita en la punta de una loma, donde
pudiéramos sembrar un pequeño bosque para esperar en él la vejez. Cinco años
después, ese sueño ha comenzado a hacerse realidad.
Ella
quería que fuera en la Sierra Maestra (la región donde nació) y yo quería que
fuera en El Escambray (la región donde nací). Pero Cuba es el único país de
América Latina en el que los dinosaurios aún no se han extinguido y nosotros no
tenemos tanto tiempo como ellos.
Por
eso preferimos refugiarnos en la Cordillera Central, el corazón montañoso de La
Española. El Cibao ha hecho posible lo que Oriente y Las Villas nos negaron.
Allá arriba, a mil metros sobre el nivel del mar (y del mal), echaremos nuestras
agradecidas raíces dominicanas.
Le
hemos dedicado nuestra loma a Henry David Thoreau, porque él es quien más nos
ha inspirado a llevar el estilo de vida que elegimos. Decía Thoreau que quien
avanza confiado en la dirección de sus sueños, cruza una frontera invisible. En
una de nuestras canciones preferidas, Andrés Calamaro solo pide poder
"atravesar el viento sin documentos".
Diana y yo nos conformamos con hacer realidad en ese pedacito de montaña nuestros proyectos más importantes y envejecer juntos. A cambio, plantaremos árboles. Nuestro último deseo es que ellos sigan siendo parte del bosque cuando nosotros ya los abonemos.
Diana y yo nos conformamos con hacer realidad en ese pedacito de montaña nuestros proyectos más importantes y envejecer juntos. A cambio, plantaremos árboles. Nuestro último deseo es que ellos sigan siendo parte del bosque cuando nosotros ya los abonemos.
1 comentario:
Tan lindos!
Un plan magnífico que seguro llevarán a cabo a toda leche.
Se les quiere.
Besotes,
Vero
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