Todos
los 8 de septiembre acompaño a Diana a la Misa que la comunidad de exiliados
cubanos le dedica a la Virgen de la Caridad. Aunque soy ateo, comparto el rito con mi mujer. Me pongo de
pie cuando los demás lo hacen y me siento en los momentos en que eso es
posible. No rezo mi me persigno, pero permanezco en la ceremonia de principio a
fin, respetuoso.
En
otras misas, con otros sacerdotes, suelo disfrutar el sermón. Muchos del Padre
Pepe, en el Convento de los Dominicos, me han llegado a conmover. Algunos,
incluso, me han movido a escribir reflexiones sobre la sociedad dominicana y,
en general, sobre eso que llamamos la 'vida moderna’.
Hoy
no fue el caso. La misa fue oficiada en la Iglesia de la Santísima Trinidad por
Lázaro Henrry Alegrant, un joven sacerdote cubano de voz engolada y reflexiones demasiado frívolas para
estar en territorio jesuita. Pero no fui a escuchar al muchacho, sino a
celebrar el cumpleaños de uno de los mayores signos de identidad de Cuba; por eso pasé
por alto la ligereza del contenido.
Todo
estaba bien hasta que el brioso nuevo pino la arremetió contra los ateos. Después
de engolar la voz lo más que pudo, aseguró que nuestro país había padecido por
décadas “el huracán del ateísmo”. Como no está bien interrumpir un rito, pongo
aquí las cosas que quise decir en ese momento.
El huracán que en verdad ha llevado a nuestra nación a la ruina es una dictadura, una
terrible dictadura con la que la Iglesia Católica, dicho sea de paso, mantiene
una relación cada vez más entusiasta. Ya al final de sus palabras, cuando era
demasiado tarde, el sacerdote habló de reconciliación entre todos los cubanos.
Tolera, Lázaro, antes de levantarte a predicar. Relacionar a los ateos con la
dictadura de Fidel Castro es una irresponsabilidad tan grande como la que cometió el
propio Fidel por décadas, al vincular todo acto de fe con la contrarrevolución.
Comprendo que estés disfrutando aquí de una libertad que no tenías en Santa Clara,
pero tampoco te vayas al otro extremo.
Hoy, mientras acompañaba a Diana a una misa que se
celebra para unir a todos los cubanos que viven en Santo Domingo, me sentí
discriminado. Entonces recordé al dominicano Máximo Gómez y a la sagaz visión que
tenía de nosotros. Más de un siglo después seguimos siendo
idénticos a como nos definió el Generalísimo.
3 comentarios:
Genial tu escrito, como siempre. Ayer pensaba en que me estaba perdiendo la misa, que como tu valoro desde el punto de vista cultural. De hecho subí una foto a Fb de nuestra Cachita postmoderna, a la que pusimos flores, velas y un álbum de fotos de la recién fallecida Mima; todo en señal de respeto a esa adoración común a la inmensa mayoría de los cubanos. Ahora que veo tu artículo, prefiero no haber estado allí. No sé si me habría quedado tranquilo ante la agresión cultural de ese cura. O tal vez sí. Alguna vez en mi temprana juventud, yo también estuve equivocado en mis enfoques.
Los extremismos mí estimado Camilo siempre son dañinos, vengan del punto del espectro de donde vengan, sean de izquierda o derecha, sean desde la fe religiosa o desde el agnosticismo. Los cubanos sabemos muy bien que desde el extremismo de izquierda se llega al totalitarismo stalinista y el mundo aun no olvida que desde el de derechas se llega al fascismo. Como bien recuerdas parangonando al Generalísimo: "los cubanos o no llegan o se pasan".
YO SOY CATÓLICA, CAMILO; PERO NO SOPORTO ESOS COQUETEOS ACTUALES DE LA IGLESIA CON EL RÉGIMEN. ES VERGONZOSO, LUEGO QUE TANTAS Y TANTAS DESGRACIAS -REPUDIADAS POR LA RELIGIÓN CRISTIANA- HA TENIDO QUE SOPORTAR Y SOPORTA NUESTRO PUEBLO. ES UNA VERGÜENZA.
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