Con un afán casi obsesivo, Hugo gustaba de trocar y trastocar a
los símbolos. En cuanto reunió el poder suficiente para hacerlo, cambio el
nombre, el escudo y la bandera de su país. No conforme con eso, ordenó desenterrar
a Simón Bolívar y no paró hasta conseguir modificarle el rostro.
Ya se informó que el cuerpo del comandante presidente, en cuanto
salga de la capilla ardiente, caerá en manos de un embalsamador. Con la ayuda
de algodones y formol modelarán el Chávez imperecedero. Desde una vitrina,
igual que los animales de los museos de ciencias naturales, podrá ser
apreciado.
En marzo de 2009, Hugo se pronunció en contra de Bodies revealed, una exposición donde se
exhibían cuerpos humanos. Le preocupaba seriamente la idea de que los padres
llevaran a sus hijos a la muestra. “Es un signo muy evidente de la inmensa
descomposición moral que sacude este planeta”, recalcó en su programa de
televisión.
Indignado, Chávez recordó que una cosa es que alguien done su cuerpo
para investigaciones científicas, y otra que lo anden exhibiendo “destrozado o
rehecho”. Apenas 4 años después, destrozado por el cáncer, rehecho por el mismo
hombre que embalsama a las santidades del Vaticano, él mismo será exhibido.
Los venezolanos que no pudieron ver Bodies revealed por la prohibición de su presidente, ahora tendrán
una segunda oportunidad. El cuerpo de Hugo Chávez ha sido donado para ser
expuesto. El único que podía impedirlo ya
no está en condiciones de trocar y trastocar las cosas. Nada podrá hacer
para evitarlo.
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