Hamlet Otañez es un político dominicano. Lo conocí en el Centro
León, donde participamos en varios debates sobre el desarrollo urbano de
Santiago de los Caballeros. Tenemos muchas cosas en común. Algunos libros y no
pocas canciones fueron construyendo nuestra amistad.
La última vez que lo vi fue en el Típico Bonao. Yo acababa de
escribir un tweet sobre la bacanal que estaba protagonizando un funcionario
delante de todos. Hamlet me respondió con humor, en otro tweet, y luego se paró
a saludarme. Él también estaba allí, pero en otra mesa.
De ahí en adelante solo hemos coincidido en las redes sociales. La
mayoría de las veces acabamos polemizando. Él milita en el PLD, el partido de
gobierno, y yo me he sumado a los miles de indignados que protestan por el hoyo
financiero que dejó Leonel Fernández al ceder, a regañadientes, la banda
presidencial.
Nos hemos dicho cosas duras,
pero nunca ha faltado un abrazo de despedida. En ningún momento Hamlet me ha reclamado
que no soy dominicano, jamás me ha echado en cara que en mi segunda patria
apenas soy un residente. Siempre que hemos discutido, ha sido en igualdad de
derechos.
Justo ahora, que acabamos de cruzar algunas palabras sobre el
último discurso de Danilo Medina (donde solo habló de un futuro promisorio y
evadió los escándalos de corrupción y la impunidad), pensé en ello: Quiero que
Hamlet y yo también podamos discutir en Cuba.
Me gustaría que en mi país fuera posible está libertad que me ha
regalado República Dominicana. No es mucho pedir, solo reclamo el derecho a
disentir sin que me vaya el honor y hasta la vida en ello.
1 comentario:
Seguramente en el futuro habrá algún momento para debatir, a boca suelta, alguna diferencia de esas que se nos aparecen con frecuencia, en alguna noche, espero ruidosa, en la coordenada feliz de Paradero de Camarones.
Antes de que eso ocurra, este Fogonero debería tomarse el café de Juncalito que en un momento prometió, acaso sea esa la razón de no vernos.
Toda mi vida he tratado de merecer el honor de ser dominicano, tú te lo has ganado con par de versos, las ventajas del poeta.
E pa'lante que vamos (alerta de sarcasmo)
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