La Gaveta, para los escritores de mi generación, no es una parte
de un mueble sino un refugio. La casa de Bladimir Zamora está en un tercer
piso, es uno de los cuartos de un antiguo hotel de La Habana Vieja. No tiene ni
baño y está en peligro de derrumbe.
En ese minúsculo rectángulo se atesoran los discos y los libros
que pueden definir a alguien como cubano. Pero hay algo aún más valioso allá
adentro. El individuo que lo habita. En busca de eso subí la escalera oscura,
donde las más antiguas telarañas permanecen intactas.
Cuando hice sonar la verja de hierro, Bladi protestó mal humorado.
Creyó que se trataba de otra visita de los compañeros de la Campaña Nacional
contra el mosquito Aedes Aegypti, agente transmisor del dengue hemorrágico. “¡Ya
he dicho que va!”, gritó ante mi insistencia.
No quise avisarle que era yo. Si me había demorado más de diez
años en volver, qué importaban unos minutos más. No cambió ni la frase de
bienvenida ni la expresión de su rostro. “¡Niñooooo!”, dijo en el mismo tono
de siempre y con esa rara mueca que usa para sonreír. Yo lloré, él puso música.
Volver a La Gaveta me devolvió demasiadas cosas que ya creía perdidas.
Hice que Diana se parara en el balcón y mirara a La Habana desde esa
perspectiva. Luego lanzamos ron al aire, con la esperanza de que alcanzara una
puertas más allá, donde aún está el cuarto que fue de Reinaldo Arenas.
Muchos llegan a Cuba en cuanto aterrizan en Rancho Boyeros. Yo,
además, necesité entrar en La Gaveta. Es que mi país no empieza en un puesto
fronterizo, sino en los espacios donde sobrevive lo que me hace cubano.
13 comentarios:
Lloro, compay.
En La Gaveta escuché yo por vez primera a Celia Cruz.
Mira, pa que veas.. no voy a llorar." No soy un fulano con la lágrima facil... de esos que se quejan solo por vicio".. Magister dixit!. Como Pedro Jova, voy a esperar el 2do Staight!
ah, los elegidos de la gaveta. nunca estuve entre ellos pero los envidio porque todos son buenos poetas y mejores personas: sigfredo, norge, venegas...
En la Gaveta pude ver aquellos digujos sobre mis poemas de El Buscaluz Colgado y Vlado me dijo tienes que conocer a Camilo. Una persona gentil y un sitio que ya te dije es la patria.
JC Recio
También me niego a llorar! Ya basta, compadre! Hasta cuando es esto? No voy a ponerme nostálgico recordando la tarde que compartimos allí Michel Perdomo y yo con el Bladi, llevando la alegría del ron compartido y nuestra ignorancia sobre música cubana tradicional, que el Bladi se encargaba de diluir con hermosas canciones de su colección y anécdotas sencillas y esenciales que definen eso que llamas cubanía. No, no voy a llorar, Camilo, coño! Ay, Lerida, carajo!
qué bueno, qué bueno, aé.
Camilo, no voy a llorar, pero no puedo evitar el estruja estruja que se me arma en el pecho... Me has hecho recordar la gaveta y me parece estar allí echándome unos rones con el Blado... nada que me alegra mucho verte ahí con él... un abrazo grande... a los dos
Gracias, querido Cami, por tu viñeta sobre La Gaveta. La mañana de tu regreso fue mágica para mí y también recordé muchas vivencias conjuntaa. Miré incluso la tablilla clavada en el librero, donde escribiste "Al combate corred bayameses".
Besos para Diana y para ti.
Excelente, Camilo, muy bueno.
Muchachito, eres mi maestro. Escribes como si no lo estuvieras haciendo, no sé cómo lo logras. El poema me encantó. Pura nostalgia.
Quiero volver a La Habana que recorrí y viví contigo y Bladi. Un beso para los dos que están en esa foto, más bellos no pueden ser.
Cada cubano tiene su propia Gaveta, y si, hay que llorar.
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