El gobierno cubano tiene dos caras. Como Harvey Dent, el antiguo fiscal del distrito de Gotham City, del otro lado del “bondadoso” perfil del régimen hay una faz espeluznante. Una prueba ello es la respuesta del Ministerio de Relaciones Exteriores a las nuevas medidas sobre Cuba que la Casa Blanca acaba de anunciar.
“Las medidas solo benefician a determinadas categorías de norteamericanos y no restituyen el derecho a viajar a Cuba de todos los ciudadanos norteamericanos, que seguirán siendo los únicos en todo el mundo que no pueden visitar nuestro país libremente”, miente el comunicado.
Es un error que Estados Unidos prive a sus ciudadanos del derecho de viajar libremente a Cuba, pero es una vergüenza que Cuba le impida a sus ciudadanos entrar y salir de su patria cada vez que quieran. Si alguien carece de moral para hacer el más mínimo reclamo sobre políticas migratorias, ese es el régimen cubano.
Jugando también al juego de las dos caras, Abel Prieto, el ministro de Cultura de la isla, acaba de asegurar que los viajes de académicos cubanos a Estados Unidos permitirán que la “verdad” de la dictadura se “abra paso en los espacios culturales de Estados Unidos”. ¿Toleraría Cuba algo semejante en su territorio?
Situaciones como esta demuestran cuan caricaturesca se ha tornado la realidad cubana. En ese contexto, Harvey Dent allí resultaría un personaje más convincente que cualquiera de las bocinas que salen a repetir las mismas frases de siempre, hechas a la medida de un eco hipócrita y falaz.
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