En mi Inbox amaneció hoy este mensaje de Sigfredo Ariel que quiero compartir con todos. Para los que lo conocen, cualquier presentación suya resultaría insuficiente. Para los que no, creo que basta con decir que es uno de los más importantes poetas cubanos del siglo XX y de lo que va de XXI.
Allá en La Habana, solíamos reunirnos con una extraña regularidad a compartir trovas antiguas, sones del ayer y rocanroles sin edad. He dicho muchas veces que no extraño los paisajes cubanos sino algunas de las personas que los habitan. Sigfre está entre los que más falta me hace.
PA QUE TÚ LO GOCES
¿Por qué será que al leer ahora este poema de “Caminos de hierro” (1963), de Agustín Acosta, me fui a verte a la calle 11 en una bicicleta sin freno (llamada plátano burro), a tomarme contigo una nada de alcohol destilado gota a gota en una olla de presión con riesgo de nuestra vida en mitad de un loco apagón, dándote un abracito y luego regresar a cualquier asunto, calle arriba, con la satisfacción del deber cumplido?
Sig
CAMINOS DE HIERRO
CAMINOS DE HIERRO
Yo quisiera ser jefe de estación
en un pueblo pequeño,
donde no hubiera cura ni notario,
ni médico,
y en donde solo un botiquín vendiera
calmantes y antisépticos;
con una tienda y unas pocas casas,
y, como es natural, ningún liceo.
Un pueblo en el que nunca
se bajase del tren ningún viajero,
con la excepción –ya debe suponerse–
de algún viajante de comercio
que venga a proponer mercancías
y a decir mentiras al pueblo.
Que al silbato del tren –único al día–
se produjera el cómico abejeo
de los que corren al andén, a modo
de pájaros sedientos,
para beber un agua de noticias
en el convoy que sólo se detiene un momento.
Y a ratos, subrayando
el plácido silencio,
oír el tic tac intermitente y grato
del aparato del telégrafo.
Después, cuando la noche
soltara su rebaño de luceros,
ponerme a meditar sobre la vida,
y escribir unos versos
que empezaran: soy jefe de estación.
2 comentarios:
Me ha gustado mucho esto y tengo conocimiento de causa
Quise decirte algo de Sigfredo y no hallé cómo. Hay amores del alma, del fondo y del centro de toda la existencia, que no aceptan palabras ni descripciones, que se saben y ya. Un beso para los dos.
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