Cuando Martha Sepúlveda desapareció de la vista de todos y nos dejó sin Martha Sepúlveda, me hice miles de interrogantes. Era lógico. Aunque ya no soy joven, tampoco soy tan viejo como para que mi generación se empiece a morir de causas más o menos naturales. ¿Qué pasará con los buzones de Martha?, me pregunté. ¿A dónde irán a parar todas esas palabras, fotografías y razones que ella atesoraba en sus cuentas cibernéticas?
Antiguamente, la gente solía dejar un baúl, una caja o cuando menos una oxidada lata con todos sus secretos (Los puentes de Madison es una historia que se sostiene solo en esa probabilidad). Pero en la era digital esas cosas no son tangibles, se tornan inextricables con apenas una combinación de letras y números que jamás nadie podrá adivinar.
El muro de Facebook de Arturo Rodríguez está lleno de mensajes que todos menos él podrán leer. Como siempre odió los finales obvios, le tocó una muerte impredecible. Ayer, a las 10:28 a.m., entró por última vez a su usuario y le agregó nuevas fotos a su galería “Pasa la vida sin decir adiós”.
2 comentarios:
Demasiadas tristezas en poco tiempo. Aun no puedo pensar en mi madre, y unos dias despues fue Blas, y luego Luis. Alguno/a conoce algun remedio?
Mira este post de Ciemablender
http://www.cinemablender.com/2010/04/ciudadano-cine.html
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