El sábado es el lugar perfecto para perder el tiempo. Con esa excusa publico, desde la semana pasada, un tercio de página en el diario dominicano Hoy. El espacio está dedicado a los que lo prefieren ese día sobre cualquier otro día de la semana. En él se habla de las cosas que se pueden hacer cuando no hay nada más que hacer, de eso que Marcel Proust llamó “ocio inteligente”. Creadores, aves raras y locos de atar son nuestro tema de conversación. Registramos vidas y obras en busca de un sueño o de alguna inspiración. Todo, menos lo banal, nos irá moviendo.
El título se debe a una canción de Pablo Milanés cuyo móvil debe explicarse para que se entienda. Hubo un lugar y una época, la Cuba de los ochenta, en que se decretaron dos tipos de sábado, un largo y otro corto. Los largos eran laborales y los cortos libres. Los segundos fueron la excusa del trovador para contar los deseos más simples de una generación (la mía). Libres ya de esa circunstancia, esas estrofas inspiraron mi espacio.
Lugares, libros, épocas, discos, hechos, películas, protagonistas, conciertos, efemérides, celebridades y desconocidos, vencedores y derrotados… Todo eso tendrá suficiente espacio, ni poco ni demasiado. No siempre se hablará de cosas que están de moda. Puestos a elegir, preferimos lo que nunca pierde vigencia.
Hay muchísimas cosas más que hacer, Sábado al fin será solo una opción entre tantas. Uno de los incontables caminos para recorrer en esas 24 horas que separan al viernes del domingo. Como dice Pablo, apenas “propongo un hermoso plan”.
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