Acabo de ver el video de nueve minutos y trece segundos que el Gobierno cubano presentó en la televisión de la isla sobre la muerte del disidente Orlando Zapata Tamayo. Me tomó unos 32 minutos bajarlo, toda conexión con Cuba es lenta en el mejor de los casos, imposible en la mayoría. Más que una postura oficial sobre por qué no se le reconoció al reo como prisionero de conciencia, el video es una cínica mezcla de criterios médicos con burdo espionaje.
El pasado 24 de febrero, Enrisco publicó en su blog el pequeño post “Hechos”. Valiéndose de una fecha de 1925 y otra de 2009, compara a tres dictadores cubanos y el desenlace que tuvieron dos huelgas de hambre que sucedieron durante sus gobiernos. Después de 18 días de presión, Machado decidió poner en libertad al líder comunista Julio Antonio Mella. 85 días no fueron suficientes para el binomio Castro y dejaron morir a Orlando Zapata Tamayo.
En el documental emitido por la televisión cubana, varios doctores y una sicóloga del sistema carcelario hablan con el mismo lenguaje de los partes médicos. Se refieren a Orlando como paciente, no como un hombre que decidió perder la vida antes que negociar su dignidad. Era negro y albañil, se dice que en algún momento de su vida cometió algunos delitos. Por gente como él, Silvio Rodríguez escribió uno de sus versos más rotundos: “Si alguien roba comida y después da la vida, qué hacer,/ ¿hasta dónde debemos practicar las verdades?”.
3 comentarios:
camilo,con el final habria bastado,hay sentencias que esperan por una verdad como esta para para abrazarla,como si silvio hubiera avisorado este triste momento,gracias por ofrecernos claridad sobre tanta noche acumulada,saludos,
juan carlos valls
Gladis Rubio, la reportera, no solía meterse en ese tipo de chanchullos políticos, más allá de aguantarle las malacrianzas a Fidel Castro durante las transmisiones de un ciclón. Ahora ya es obvio que optó por la propaganda, esa que no sólo pone como angelitos bondadosos a los esbirros, sino que ni siquiera tienen el valor de decir "huelga de hambre", y no paran con el eufemismo del "ayuno voluntario", como si Zapata hubiese estando haciendo dieta para adelgazar. Coño, por supuesto que al final le iban a poner a los mejores médicos del país, aunque ya el daño estuviese hecho, desde la penosa condición de su celda en Camagüey.
Lo más vergonzoso, empero, es que ponen como sus exigencias de huelga a un televisor, un teléfono y una cocina. Gladis nunca menciona que Zapata era un preso político tratado como preso común - igual que todos los demás - y que sólo quería que lo trataran como prisionero de conciencia. Las palabras que se ahorran delatan por sí solas las intenciones de disfraz ideológico de reportajes como ese.
Muy buen trabajo; Te felicito.
Cuando todo esto termine, tu tendras tu pedacito de historia con tus reflexiones sobre la situacion en Cuba.
Un abrazo.
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