Hace unos días volví a ver una caótica película donde Chaplin terminaba subiéndose a un ring de boxeo. De pronto descubrí que me la sabía de memoria. Debo haberla visto cientos de veces. Allá, en los más que lentos domingos de mi infancia, eso era lo más entretenido que sucedía. Sólo los cubanos me entenderán de ahora en adelante, pero en esas películas disfruto más el recuerdo de Armando Calderón que la actuación de Chaplin.
Armando Calderón, para los que tuvieron la desdicha de no oírlo nunca, era El Hombre de las Mil Voces, un anciano que le ponía textos y sonidos a los personajes más simpáticos y a las situaciones más enloquecidas del cine mudo. Su programa, La comedia silente, salió al aire durante décadas y sirvió para que todos aquellos clásicos maltrechos y fragmentados mantuvieran su vigencia.
Creo que el poeta Omar Pérez es el único de nosotros que sabe lo que realmente sucedió. Pero, según una de las tantas “bolas” de aquellos tiempos, La comedia silente fue sacada del aire el domingo que a Armando Calderón se le fue una palabrota delante de millones de “abuelitos, papaítos y nietecitos”. Lo cierto es que desde entonces Matasiete, Mermelada y Luz Brillante, entre muchísimos más, recuperaron sus nombres originales y volvieron a quedarse mudos.
En YouTube pueden encontrarse algunos fragmentos si se pone “comedia silente” en la barra de Search. No sé cómo pudieron salvarse, pero están intactos y dan una idea perfecta de lo que era aquel espacio de 30 minutos donde Armando Calderón le ponía sonido a todo lo que sucedía a nuestro alrededor. Ahora Buster Keaton se llama Buster Keaton, pero entonces, al menos para nosotros, era simplemente un ser ensimismado que jamás se reía y que sólo hablaba si el Hombre de las Mil Voces lo hacía por él.
Armando Calderón, para los que tuvieron la desdicha de no oírlo nunca, era El Hombre de las Mil Voces, un anciano que le ponía textos y sonidos a los personajes más simpáticos y a las situaciones más enloquecidas del cine mudo. Su programa, La comedia silente, salió al aire durante décadas y sirvió para que todos aquellos clásicos maltrechos y fragmentados mantuvieran su vigencia.
Creo que el poeta Omar Pérez es el único de nosotros que sabe lo que realmente sucedió. Pero, según una de las tantas “bolas” de aquellos tiempos, La comedia silente fue sacada del aire el domingo que a Armando Calderón se le fue una palabrota delante de millones de “abuelitos, papaítos y nietecitos”. Lo cierto es que desde entonces Matasiete, Mermelada y Luz Brillante, entre muchísimos más, recuperaron sus nombres originales y volvieron a quedarse mudos.
En YouTube pueden encontrarse algunos fragmentos si se pone “comedia silente” en la barra de Search. No sé cómo pudieron salvarse, pero están intactos y dan una idea perfecta de lo que era aquel espacio de 30 minutos donde Armando Calderón le ponía sonido a todo lo que sucedía a nuestro alrededor. Ahora Buster Keaton se llama Buster Keaton, pero entonces, al menos para nosotros, era simplemente un ser ensimismado que jamás se reía y que sólo hablaba si el Hombre de las Mil Voces lo hacía por él.
3 comentarios:
Yo trabajé con Armando Calderón, lo saqué de ese ostracismo que vivió, lo puse en Dando Vueltas cuando vivía en Cuba, hasta su muerte, que aún trabajaba conmigo a las seis de la tarde tengo una hemosa anécdota con él...Un día sentados frente al Estudio 12 le pregunté: ¿Armando y qué tan cierto fue aquello de "Esto es de pinga queridos amiguitos"? Uy me dijo...es mentira....y luego me invitó a un trago de una media que se tenía que tomar antes de hacer cada presentacion en vivo....yo me reí y le dijo aquel día no era media y él cómplice se rió....tengo otras anecdotas con él, muy hermosas porque era un hombre timido, callado, y muy talentoso....estar a su lado era paz y magia...
Ahora que llevo doce años fuera de la isla, lo admiro más.
Algunos textos tuyos me llegan por mediación de Laura, mi amiga mexicana. Es muy bueno, y la respuesta de Rodolfo, más la tuya, lo dejan sin defensa.
Pues, yo no sé quién miente, si Armando Calderón o mis recuerdos, pero yo estaba viendo precisamente La Comedia Silente aquel domingo, en casa de mi abuela, cuando soltó el famoso exabrupto. Y fue mi abuela la que me preguntó:"¿Ha dicho pinga?¿He oído mal?". Yo,si soy sincero, sólo escuché algo parecido a esa palabra que podía ser otra no tan vulgar.
Y luego, no sé si por eso, desapareció su programa que tantos gratos momentos me hizo pasar en la infancia.
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