Ya casi nadie niega que Cuba en estos momentos es un país inmóvil, inviable, sumido en una larga espera. La crisis económica ha socavado tanto a la sociedad, que todos sus valores se han ido a bolina, como el papalote de Silvio (quien, dicho sea de paso, acaba de plantearse el desafío de “invadir América desde el sur” y se va a vivir a Chile).
Pablo Milanés advirtió recientemente sobre la necesidad de que se produzcan cambios con urgencia en su país. Sergio Corrieri, organizador del próximo congreso de los escritores y artistas cubanos, cursó una extraña misiva donde pide paciencia entre sus correligionarios y augura que los cambios se producirán, pero no con la celeridad que muchos quisieran.
Aunque hay algunos más radicales que otros y otros más conservadores que algunos, por primera vez hay un consenso casi unánime de que habrá que removerlo casi todo. ¿Qué se espera entonces? ¿Quién le pone frenos a lo por venir? ¿Qué tiene que pasar para que el futuro por fin pase? Al final de cuentas eso “no lo para el sol ni su reverso”.
29 enero 2008
La larga espera
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