Milos Forman acaba de realizar Los fantasmas de Goya y, a propósito de la película, ha tenido que volver una y otra vez a los fantasmas de su propio pasado. Forman huyó de Checoslovaquia en mayo de 1968, en medio de una primavera donde los tanque soviéticos llegaron antes que el primer aguacero.
Escondido en un tren nocturno, Forman llegó a París, buscando un sitio donde darle continuidad a su obra cinematográfica con entera libertad. En una reciente entrevista, el cineasta recordó aquellos días en que París le recibió con los brazos cruzados. Muchos intelectuales no lograron comprender su actitud y se manifestaron públicamente en su contra.
“Los entendía perfectamente, porque ellos nunca habían vivido en una sociedad totalitaria. No tenían ni idea de cómo la justa revolución socialista había desembocado en esos aterradores regímenes totalitarios cuyo sistema se basa en un único partido”, recordó el director de Amadeus.
Después de una carcajada, Forman revivió con tristeza aquellas escenas donde siempre acababa preguntándose lo mismo: “¿Cómo toda esta gente tan creativa, tan inteligente, está intentando imponer banderas que la gente joven de mi país está luchando por arrancar?”. Casi cincuenta años después los fantasmas de Milos siguen siendo los mismos que Goya y tuvo siglos atrás.
Por fortuna, el cineasta ha sabido convivir con ellos y ya no lo espantan. Sólo recuerda aquel horror cuando le preguntan. “Al fin y al cabo ya yo he vuelto a ser ciudadano checo y mi país está decidido a olvidar todo aquello”, dijo antes de prender fuego a su cigarro y envolverse en humo.
Escondido en un tren nocturno, Forman llegó a París, buscando un sitio donde darle continuidad a su obra cinematográfica con entera libertad. En una reciente entrevista, el cineasta recordó aquellos días en que París le recibió con los brazos cruzados. Muchos intelectuales no lograron comprender su actitud y se manifestaron públicamente en su contra.
“Los entendía perfectamente, porque ellos nunca habían vivido en una sociedad totalitaria. No tenían ni idea de cómo la justa revolución socialista había desembocado en esos aterradores regímenes totalitarios cuyo sistema se basa en un único partido”, recordó el director de Amadeus.
Después de una carcajada, Forman revivió con tristeza aquellas escenas donde siempre acababa preguntándose lo mismo: “¿Cómo toda esta gente tan creativa, tan inteligente, está intentando imponer banderas que la gente joven de mi país está luchando por arrancar?”. Casi cincuenta años después los fantasmas de Milos siguen siendo los mismos que Goya y tuvo siglos atrás.
Por fortuna, el cineasta ha sabido convivir con ellos y ya no lo espantan. Sólo recuerda aquel horror cuando le preguntan. “Al fin y al cabo ya yo he vuelto a ser ciudadano checo y mi país está decidido a olvidar todo aquello”, dijo antes de prender fuego a su cigarro y envolverse en humo.
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