16 mayo 2019

La noche que dormí en la misma cama que Farah María

Farah María, el ideal de belleza de la Cuba de la segunda
mitad del siglo XX, y Enrique Arredondo, el más grande 

comediante de la isla en ese mismo período de tiempo.
Miro esa foto y vuelvo a ser niño.
El Hotel Hanabanilla fue construido en los años 70 del siglo pasado. Está en uno de los extremos del lago que cubrió el célebre salto, en el corazón del Escambray cubano. Tenía un enorme cartel lumínico encima del último piso. En las noches despejadas se le veía parpadear desde el Paradero de Camarones.
Mi padre, que vivía en Manicaragua, me solía llevar al hotel durante los días de vacaciones que me tocaban con él. Allí jugué con niños húngaros, búlgaros y soviéticos. Llegaban con sus padres en las enormes guaguas de la Vuelta a Cuba. Por años guardé un sellito que me regaló Anka, una niña búlgara con la que nadé por debajo del agua.
En la piscina del Hanabanilla conocí a muchas celebridades. Un domingo en la tarde alguien gritó que en el fondo había un ahogado. Todos salieron menos un hombre que nadó en dirección al cuerpo. Lo sacó del agua sin ayuda de nadie. Era Antonio Muñoz, el Gigante del Escambray, y lo aplaudieron como si acabara de dar un jonrón.
Una tarde todos miraron en dirección al último balcón del cuarto piso y empezaron a gritar. Una mujer en traje de baño los saludó moviendo las manos lentamente, con una elegancia que ya solo se veía por televisión. Era Farah María. “¡Ven para la piscina, que aquí no hay tiburones!”, gritó alguien eufórico.
En las vacaciones siguientes, a mi padre le dieron la habitación 401. Cuando salí al balcón, me di cuenta que era la de la esquina. Esa noche dormí en la misma cama que Farah María, solo que un verano más tarde. “Esa mujer es lo más lindo que ha dado Cuba”, me dijo Serafín mientras revisaba todo. 
Cualquiera diría que buscaba el rastro de alguien. 

2 comentarios:

Abel dijo...

Esto es literatura, Camilo, LITERATURA con mayúsculas. Gracias, mi hermanito, por estas joyas que compartes en El Fogonero.

luis dijo...

Acabo de sufrir una porno-desilusión.