Reynaldo Miravalles, probablemente el intérprete más importante en la historia del cine cubano, emigró a Estados Unidos a mediados de los años 90 del siglo pasado. Dejó La Habana para reencontrarse con su hijo en Miami. Rolando Díaz, quien le dirigió en Los pájaros tirándole a la escopeta (1984) y trabajaba en un documental sobre su legado como actor, aseguró que pocas veces ha sido testigo "de una relación padre-hijo de tanta intensidad".
Después de 15 año de lejanía, Miravalles volvió a Cuba para rodar Esther en alguna parte (Gerardo Chijona, 2013). Muchas personalidades de la cultura dejaron constancia de su alegría cuando se hizo realidad ese regreso. No olvido el hermoso testimonio que dio Pablo Milanés sobre el reencuentro entre ambos.
Antes de ayer, mientras estaba en La Habana de visita, Reynaldo Miravalles falleció. Para que su hijo pudiera llevarse el cadáver a Miami, el régimen le exigió 10 mil dólares. Según fuentes cercanas a la familia, la Embajada de Estados Unidos se ha comprometido a cubrir esos costos.
La dictadura parásita de Fidel y Raúl Castro ha dado suficientes muestras de que no le queda ni un ápice de vergüenza; pero aun así, no deja de sorprender la desfachatez con la que tima a sus propios ciudadanos. Reynaldo Miravalles, en alguna parte, debe de estar pensando que la suya es una buena trama para una película de Titón.
1 comentario:
es increible la capacidad para generar horror de este par de dinosaurios, no alcanzara el papel para registrar todos sus aportes a la historia de la infamia.CANALLAS.
Publicar un comentario