El
poeta nicaragüense Francisco Larios resumió, en el muro de Facebook de algunos de sus amigos, lo ocurrido ayer en su país:
Y con mucha tristeza lo digo: no hubo
elecciones en Nicaragua.
Solo una ratificación de la traición.
La lista de los traidores es larga:
los Ortegas, Arces, Alemanes,
Maximinos, "Liberales", y demás especies de la fauna política, que
con muy honrosas excepciones (la escasez les da valor) cambian de color con más
naturalidad que un camaleón;
la Iglesia Católica, entre timorata y
cómplice, y podría decirse más, mucho más;
las iglesias evangélicas, al servicio
del poder que--dicen--"emana de Dios", y de paso engorda su diezmo;
los mercaderes de siempre, los
empresarios del Cosep, los Pellas, y tantos otros ocupados en contar sus
treinta monedas: antes apoyaron la guerra en nombre de la democracia (y también--un
detalle--para recuperar sus propiedades), pero hoy que se enriquecen al lado de
sus antiguos enemigos se limpian el trasero con la democracia; prefieren
hacerse los que no han vivido un día la violencia que tarde o temprano entra en
escena en nuestro repetitivo drama nacional cuando se cierran las compuertas
electorales;
los "vivos" que hoy son
orteguistas, "cristianos, socialistas y solidarios", y antes
corrieron tras otros huesos;
los padres y las madres que enseñan a
sus hijos a "no ser baboso";
los que se mofan de la gente que se
"atreve" a tener principios y expresarlos, porque en la realidad
amoral de la Nicaragua "cristiana", se castiga con penuria económica
y hasta exclusión social a mucho individuo íntegro, ¿pero, el corrupto?...ese
siempre tiene lugar en la mesa y el convite.
La única esperanza es que una fruta
podrida al final cae. Pero es legítimo dudar--y da tristeza admitirlo-- que de
la semilla de esa fruta nazca un árbol mejor: la tradición de oportunismo que
se va creando en nuestro joven país es una loza que aplasta el progreso.
Ayer,
uno de los más infames políticos de la historia del continente volvió a ganar unas
elecciones. Daniel Ortega ha gobernado en Nicaragua más que nadie, su país ya
es más viejo que el de Somoza.
Anótese
esta vergonzosa página a la cuenta de esa izquierda corrupta y amoral que se
extiende por nuestras tierras de América como el hongo en la uña. Los invito a
encontrar alguna diferencia entre Somoza y Daniel Ortega.
Cuando
se cansen de buscar en vano oigan “Andará Nicaragua”, de Silvio. ¿Era este el
"camino en la gloria" al que se refería el trovador?
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