Una
de las razones por las que ya no necesito a Cuba para seguir siendo cubano, es
porque la música de Paquito D’Rivera no me ha dejado solo ni un día de lo 15
años que llevo fuera de mi país. Sus discos, como los poemas de
Virgilio o las novelas de Guillermo, entre muchas otras cosas que conservo siempre
cerca, me han ido devolviendo lo que perdí.
Cuando
tomé la decisión de romper con todo lo que había dejando en La Habana, tuve que
ir al Consulado de Cuba en Santo Domingo a “regularizar mi situación”. No
recuerdo una experiencia más humillante que ese momento en que el funcionario me
miró con desprecio y me advirtió que yo ya no era un “cubano normal”.
De
regreso a casa, me puse a oír un disco de Cachao y de pronto empezó ese
bellísimo danzón que acaba en una descarga inmejorable: “Sigue a Paquito si
puedes”. Me recuerdo manejando a toda velocidad por la avenida 27 de Febrero,
llorando de la rabia, repitiendo el coro hasta quedarme ronco: “¡Paquito,
Paquito, síguelo si puedes, allá tú!”.
Admiro
a Paquito D’Rivera por dos cosas: por su arte (Chucho Valdés admite que es el más
grande músico que él ha conocido en su vida) y por su intransigencia con la
dictadura. Algunos dicen que exagera. Yo creo que nadie ha exagerado más en Cuba que Fidel y Raúl Castro. Convertir a la nación en una ruina
irreconocible y llevar a nuestro país al estado de indigencia en que se
encuentra actualmente, fue una verdadera exageración.
Es
probable que si Paquito D’Rivera no se metiera en política de la manera que lo
hace, fuera aún más reconocido en todo el mundo. Pero siempre se negó a
interpretar ese rol pusilánime que exige la dictadura para que “no tengas
problemas en Cuba”. Él siempre ha llamado a las cosas por su nombre aunque eso
le llegue a costar… ¡un veto en la Casa Blanca!
Creo que todos ya conocen la historia y el final que tuvo. Cuando la carta que Paquito le
escribió a Obama se hizo pública, al Presidente de Estados Unidos no le quedó
más remedio que abrirle las puertas de su hogar a uno de los músicos más
geniales de la historia del jazz.
Si
muchos de nuestros artistas imitaran a Paquito, la dictadura cubana no tuviera el
poder que tiene sobre ellos y sobre el resto de sus compatriotas. Es sencillo,
apenas se trata de ser honesto con uno mismo y no hacer concesiones. Ya lo dice
el estribillo de Cachao: “¡Paquito, Paquito, síguelo si puedes, allá tú!”
4 comentarios:
Tremendo fogonazo, Fogonero!!!
Muy bueno y muy justo, amigo Camilo. Un abrazo, CA
mira aqui el hombre nuevo en todo su esplendor: https://www.cubanet.org/destacados/sexo-en-el-boulevard-de-san-rafael/
deberías agrupar muchas de estas crónicas en algún (o algunos libros).respiran el mismo aire que muchos cubanos exiliados. un pedacito de cuba en el librero no vendría mal.
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