Mi
madre tiene un modo muy peculiar de medir el paso del tiempo en Cuba, creo que a
veces coincide con las teorías de Michio Kaku. Para ella los años ocurren en la
medida en la que gente se va muriendo. Hoy, al final de la cena, le dije lo de
Carlos Ruiz de la Tejera.
—¿Y él
ya no se había muerto? —Me preguntó desconcertada—. ¿Esta es la primera vez que
se muere?
Después
de una larga carcajada, no me quedó más remedio que recordarle que el único
cubano que tiene la posibilidad de morirse a menudo y seguir con vida es Fidel
Castro. “Caramba, qué pena, era tan gracioso”, dijo entonces, ya melancólica,
derrotada por el peso que producen en sus espaldas los 1.162 kilómetros que la
separan del Paradero de Camarones.
En
una de las primeras películas de Tomás Gutiérrez Alea hace de guardián. Luego,
en Los sobrevivientes (1978),
consigue sacar adelante un excelente personaje. Pero la excelente la caracterización
que hizo de sí mismo, sospecho, hizo imposible futuros llamados.
Aun
así, los sketch del profesor Tarado Tallarines y los monólogos de Carlos Ruiz
de la Tejera serán imborrables en la memoria colectiva de varias generaciones
de cubanos. Aunque morirá una sola vez, lo recordaremos con el cariño y el
respeto que se merece.
—¡Búscalo
en YouTube y pónmelo! —me pidió mi madre.
Pocos
segundos después ya se estaba riendo a carcajadas. Ese es el mejor homenaje que
le podemos hacer: ¡Una gran carcajada por el profesor Tarado Tallarines!
2 comentarios:
excelente post...
gracias Camilo
Tremenda pérdida para la cultura cubana. Fan a su estilo, su carisma, su modo de interpretar aquellos monólogos que tanto nos hicieron reír. Gracias por esta entrada.
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