Camilo
Hernández es uno de los cubanos más inteligentes que he conocido. Su sentido
común y su agudeza solo son derrotados por su sentido del humor, que sí es
invencible. En uno de los últimos chats que tuve con Lichi Diego, el autor de
Esther en alguna parte lo admitía: “Camilo es el más inteligente e ingenioso de
todos nosotros”.
A
principios de la década de los 90, como muchos, muchísimos jóvenes cubanos,
emigró. Venezuela le abrió todas y cada una de las puertas que Cuba le había
cerrado. Del otro lado del Caribe, Camilo sí pudo hacer lo que en su país
no le permitieron. El nombre de su blog anticipa el final de esa historia.
La
consagración de la primavera, la novela de Alejo Carpentier, cuenta la historia
de una rusa que llegó a una ciudad al Oriente cubano huyendo de la Revolución
de Octubre. En enero de 1959 le volvió a dar alcance otro régimen socialista.
Como a Camilo le pasó lo mismo en Caracas, su blog se llama La Rusa de Baracoa.
Anoche,
por primera vez en muchos años, leí algo de Camilo que no contiene ni un solo
chiste. Con dramatismo, acudiendo solo a las palabras justas, describe lo que
está sucediendo en Venezuela y aclara cuál es su posición. Estoy seguro de que
si Lichi Diego hubiera alcanzado a leer ese post, me lo habría comentado en
un chat:
—Te
lo dije, compadre —sospecho que serían sus palabras—, Camilo es la imagen del pueblo… de Venezuela.
“Lo siento, amigos, pero tengo la paciencia
flaquísima en estos días. Demasiada sangre, demasiados chamos asesinados por
militares sádicos, demasiada vergüenza por esa izquierda puta y miserable cuyos
principios alguna vez creía compartir.
Me cago en la Luz, me cago en la Paz y en
las cadenas de oraciones cuando esos hijos de puta están allá afuera matando
gente.
El que quiera echar chistes, ironizar sobre
la masacre, se puede ir largamente a la mierda. Al que le moleste mi rabia
contra unos degenerados que me han quitado dos patrias en una sola vida, puede
salir por la misma puerta.
Tengo la paciencia flaca y la ira demasiado
ancha.
A mi amigo Juan Marcos Blanco, amenazado de
muerte por un chavista, te acompaño a donde sea para denunciarlo.
A los que se ofenden porque en Venezuela
quemen banderas cubanas: aguanten porque no hicieron, no hicimos NADA porque la
bandera "que no ha sido jamás mercenaria" ampare hoy a quienes
siembran la desgracia por todo el continente. Si les molesto, sáquenme de sus
vidas, si igual no hacen nada en la mía.
¡Viva Venezuela, cojones!”
Camilo Hernández,
Caracas, 20 de febrero de 2014
Caracas, 20 de febrero de 2014
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