Uno de los mejores amigos de mi padre se llamaba Daniel Peña.
Vivía en Veguitas, dentro del valle de Jibacoa, en lo alto de las montañas del
Escambray. Justo allí entendí lo que quería decir Martí cuando aseguraba que el
arroyo de la sierra lo complacía más que el mar.
La casa de Daniel Peña tenía una despulpadora de café y enormes
secaderos. En esos escenarios ocurrieron algunos de los momentos más felices
de toda mi infancia. Allí también vi a Sergio Corrieri batiéndose a los tiros,
mientras filmaba una escena de la película Río Negro (Manuel Pérez, 1977).
A bordo de un Jeep Willys, mi padre me llevaba a recorrer los
senderos más intrincados de aquel lomerío. Cuando alcanzábamos el punto más
alto, llegaban a verse el lago Hanabanilla, la llanura villareña y la bahía de
Cienfuegos en un mismo cuadro.
—Cuando yo sea viejo —me decía siempre mi padre—, vas a tenerte
que comprar un ‘yipi’ para que puedas traerme hasta aquí arriba.
Pero el viejo Serafín murió en 1993, cuando yo apenas había logrado
conseguir una bicicleta china. 20 años no me han alcanzado para acostumbrarme a
su ausencia. Todos los días, por una razón o por otra, pienso en él. No hay
manera que pueda dejar de extrañarlo.
Por eso, cada vez que Diana y yo salimos a recorrer las montañas
dominicanas, en un Jeep que también se llama Serafín, hago cosas que solía
hacer con mi padre. Aunque no es posible subir hasta casa de Daniel Peña, todos
los trayectos acaban convirtiéndose en una búsqueda incansable de la Loma del
Sijú, Can Cán, La Felicidad, Guanayara y Topes de Collantes.
Los viajes con Serafín son vueltas en círculos que, después de 30
años y con un mar de por medio, regresan a un mismo punto.
8 comentarios:
Gracias por un texto tan hermoso y conmovedor. Mi padre muriò en 1954 cuando yo tenìa 9 años, mi segundo padre en el 91 y mi madre en 1997 y los extraño a los tres. Un abrazo,
Uva
En mi blog http://uvadearagon.wordpress.com/ puedes leer sobre mi madre en un homenaje a ella y en una entrada que se llama Mi madre y los caramelos, y de mi padre en Mi padre y la luna.
Yo me quito el sombrero con tu habilidad para contar historias, es una lastima que no te pongas a escribir novelas porque cada cosilla que escribes parece una novela.
DIGO LO MISMO QUE MARIVELL ESCRIBES TAN BIEN QUE DA DESEOS DE LEER UNA NOVELA TUYA!!!
Asere! No había reparado en esta coincidencia: mi viejo también falleció en 1993. Solo de reparar en esto, me ha caído tremendo gorrión!!!
Conoci a tu padre casi mejor que tu; no te digo que lo ame mas q tu Camilito pero lo ame mucho... porque era un loco fascinante al q tenias que querer... el tambien te queria muuuuucho y hablaba de ti con muuuuuuucho orgullo, aunque no fueras aventurero como el. Quizas un dia me animo y te cuento muchas historias que no conoces de el porque te aseguro q era un hombre que te envolvia con sus arrebatos... yo quisiera poder expresarme como tu lo haces para decir quien era Camilo, porque en Manicaragua nadie le dijo Serafin nunca, siempre fue Camilo para todos y por eso el te lo puso a ti para q de verdad te llamaras como el comandante de la revolucion con el q el peleo. No se si sabes que poco antes de q le diera el infarto se subio en un techo de tejas altisimo y se cayo y todo el mundo pensaba que se habia matado y cuando fueron a buscarlo ya se estaba subiendo de nuevo, luego el medico Lima le mando una placa y tenia 3 costillas fracturadas y nunca se quejo porque era un guerrillero... a veces he pensado q murio a esa edad porque dios no quiso que envejeciera un hombre q disfrutaba la vida con tanta intesidad. Cada vez q se iba a una pesqueria traia un pescado grandisimo y siempre se ponia triste porque tu no estabas ahi para q lo disfrutaras. El te queria con locura Camilito
hermoso y muy conmovedor
Ay, Camilin, Camilin... que manera tienes de decir las cosas...
Yo estoy leyendo en español más que nunca, me he convertido un adicto a tu blog.
Felicidades!
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