Hace unas noches se estrenó en La Habana la película Esther en alguna parte, que fue dirigida
por Gerardo Chijona y está basada en la novela homónima de Eliseo Alberto.
Todos los que la han visto coinciden en los elogios. Algunos, incluso, comparan
el éxito de su estreno con el de Fresa y
chocolate (Tomás Gutiérrez Alea, 1993).
—La película se filmó en un estado de gracia —aseguró el actor
Luis Alberto García, quien se mostró muy feliz de haber participado en el filme
a pesar de que hace un papel secundario.
Esther… es la última novela de Lichi, quien murió hace poco más de un año
en México D.F. Su hermano Constante (Rapi) Diego, quien era director de cine,
fue el primero en advertir que la historia merecía una película. Pero la muerte
también le dio alcance antes de que comenzara a trabajar en ello.
Gerardo Chijona, quien era amigo de ambos desde los tiempos en que
estudiaban en la Universidad, se hizo cargo del proyecto. Desde el primer
momento, según confiesa el director, quiso que Reinaldo Miravalles encarnara al
personaje principal de la historia. Miravalles, el más importante actor del
cine cubano, tenía casi 90 años y vivía a 90 millas, en Miami.
Nada detuvo a Chijona, ni siquiera el hecho de que el autor de su
historia fuera el mismo de Informe contra
mí mismo, una de las denuncias más viscerales y conmovedoras que se le han
hecho a la revolución cubana por un escritor formado dentro de ella.
Cuando Miravalles arribó al aeropuerto de La Habana fue recibido
por una cerrada ovación de su público. “¡Viene con un cuchillo en la boca!”,
dijo el actor Enrique Molina, quien es su contraparte en el filme. En efecto,
el anciano actor se entregó con todas sus fuerzas al rodaje. Ni siquiera su ya
mala memoria le impidió sacar adelante el personaje.
Aún no he visto la película, no puedo decir nada respecto a ella.
Pero desde que supe de su estreno celebro ese hecho. Saber que Lichi, Rapi y
Reinaldo Miravalles pudieron regresar a Cuba, comprobar que “la máquina del
olvido” se detuvo para que ellos pasaran, es más que suficiente.
A Gerardo Chijona habrá que
agradecerle siempre, además de sus películas, este acto de hermandad y
justicia. Solo por eso, estoy de pie, aplaudiendo a Esther en alguna parte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario