El Parque Central de La Habana es una catedral intangible donde se
le rinde culto a la pasión de los cubanos por el béisbol. Todos los días del
mundo allí se produce una algarabía imparable. En ese vocerío se podrían
descifrar algunas de las claves más duraderas de la identidad nacional.
Durante años, ese parque
también fue un espacio de libertad. Porque era quizás el único lugar de la isla
donde se podían gritar algunos nombres: Orlando “El Duke” Hernández, Rolando
Arrojo, Liván Hernández, José Ariel Contreras, Yoennis Céspedes, Aroldis
Chapman y Dayán Viciedo, entre otros.
Todos ellos abandonaron la isla con el propósito de probar suerte
en el mejor béisbol del mundo. Eso los convirtió en “traidores al pueblo y a la
revolución”, según palabras textuales de Fidel Castro, quien prohibió siempre toda
referencia a los cubanos que jugaban en Grandes Ligas.
Durante más de 50 años, la revolución cubana cometió un grave
error que ya no se puede enmendar. Alivia saber que las cosas han empezado a
cambiar. Disfrutar a José Ariel Contreras jugando de nuevo con Pedro Luis Lazo,
en un potrero de Pinar del Río, abre una puerta que ojalá nunca más se cierre.
De no haber sido por la necedad y la egolatría de Fidel Castro, es
probable que figuras como Pedro José Rodríguez, Rey Vicente Anglada, Víctor Mesa, Braudilio Vinent, Antonio
Muñoz, Luis Giraldo Casanova y Lourdes Gourriel estuvieran hoy en el Salón de la Fama de Cooperstown,
junto al resto de los inmortales del Big Show.
Por ese mismo capricho, los cubanos que sobresalen hoy en las
ligas Nacional y Americana no podrán integrarse al equipo de su país que participará en el
Clásico Mundial. Eso hubiera multiplicado sus posibilidades de ser
campeones y pondría a Cuba en igualdad de condiciones con los actuales favoritos.
Ver a José Ariel Contreras en el Parque Central, rodeado de los
cubanos que nunca dejaron de admirarlo, produce mucha felicidad. Pero es
insuficiente. Las autoridades solo le están devolviendo algo que le habían
quitado. Un error tan grave no se excusa con hechos simbólicos sino concretos.
El béisbol es un signo de identidad con el que no se debe jugar
más. Todos los peloteros cubanos deben recuperar el derecho de elegir su
suerte. Esa sería la mejor manera de pedirle perdón a todos los que dejaron su
alma en un terreno que siempre les quedó chiquito.
4 comentarios:
tienes razon camilo,todos deben probar suerte ,pero desde sus inicios por su propia cuenta como es aqui en rd.recuerda que si te dan tu debes.
Pero no es justo una deuda de por vida, ademas de que te exploten y te utilicen, no se puede dar para cobrar y menos hacerlo como una inversion para beneficio de unos pocos, eso es cruel, ademas sin tiener mas opciones y que te lo esten sacando por el resto de tu vida...amigo eso no se hace.
¡¡¡ME ENCANTÓ!!!
Un beso desde La Habana.
Yo me quedoo sin palabras con los escritos de tío.. que orgullosa!!!!!
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