Nunca he podido pertenecer a un grupo literario. En verdad no me
gusta pertenecer a nada. Prefiero la posibilidad de no estar de acuerdo, la
libertad para disentir. Las militancias, sean de la índole que sea, imponen una
disciplina que no estoy dispuesto a cumplir.
Aunque simpatizo con las ideas de varios movimientos y grupos, al
final puede más mi individualismo campesino, esa tozuda obsesión de decir y
desdecir que ejerzo como si cultivara una pequeña porción de tierra (aun cuando
sea para mi propio autoconsumo).
Hace 12 años que vivo en República Dominicana y durante ese tiempo
apenas he participado en la vida cultural del país. Fuera de las publicaciones
en periódicos y revistas, algunos lanzamientos y esa fiesta interminable que
significan Freddy Ginebra y Casa de Teatro, me he mantenido al margen.
También me he negado a colaborar de una manera activa con la
cultura oficial. Eso siempre acaba implicando un respaldo político y hasta un acto de
lambonismo (guataquería, en cubano) que ni yo mismo me perdonaría. Justo por
eso es que simpatizo tanto con los muchachos de El Arañazo.
Alexei Tellerías, Dei Galán, Luis Reinaldo Pérez, Ricardo
Cabrera, Isis Aquino, Lusmerlin Lantigua y Lauristely Peña gestionan su creatividad
por cuenta propia. Ellos mismos se han constituido en la “industria” que promueve
sus obras y eso les garantiza algo esencial: la honestidad de lo que dicen y
hacen.
Los espero el 24 de enero, a las 6:45 p.m., en
el Laboratorio Evolutivo de Arte Contemporáneo de la calle El Conde, frente al
Parque Colón, justo al lado de Hard Rock Café. Allí les mostraré aquel arañazo,
pero en presente.
2 comentarios:
Doy fe de eso, camarada Venegas. Un abrazo.
A mí tampoco me gustan las manadas: te admiro y quiero. Lemis
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