Hay una foto histórica donde Delio Gómez Ochoa es llevado, en
calidad de prisionero, a reconocer el cadáver de Enrique Jiménez Moya. El
comandante del Ejército Rebelde es muy joven y mira a la cámara con tristeza,
por debajo de una boina calada. La escena sucede en una morgue trujillista.
El 14 de junio de 1959, una expedición de luchadores dominicanos
intentó desembarcar por tres puntos de la geografía de su país: Constanza,
Maimón y Estero Hondo. Su propósito era derrotar la tiranía de Rafael Leonidas
Trujillo. Entre ellos venía Gómez Ochoa, quien apenas había tenido tiempo de
sacudirse el polvo de la victoria en Cuba.
República Dominicana ha sido más agradecida con Delio que Cuba.
Por eso el viejo luchador, en calidad de Héroe Nacional, pasa la mayor parte
del tiempo en Santo Domingo. Una pensión gubernamental y los constantes
convites donde le piden que cuente su historia, lo mantienen a salvo de la
decadencia habanera. Allí tendría que vivir como un cubano más.
Por estos días, miles de indignados dominicanos se han manifestado
en las calles y en las redes sociales contra la corrupción y la impunidad. Leonel
Fernández, máximo responsable del desastre que ha llevado al país al borde de la
insolvencia, llegó a ser trending topic mundial como consecuencias de las
protestas.
Un autoproclamado “Bloque Histórico Patriótico”, integrado en su
mayoría por viejos luchadores que dependen de un sustento gubernamental, salió
en defensa del mandatario. Delio Gómez Ochoa asumió el rol de líder y se sentó
en la mesa presidencial, a la diestra de Leonel.
“Creo que con una movilización se puede dar la gran batalla contra
esos delincuentes de la política, delincuentes que deberían estar tras las
rejas y no vivir con tanta infamia y tanta basura, porque ellos son los más
podridos”, dijo el viejo cubano de los jóvenes dominicanos.
Si Gómez Ochoa hubiera caído durante los dos días que duró su
gesta en suelo dominicano, su nombre ya estuviera inscrito en más de una tarja,
quizás tendría un busto en algún parque y, con toda seguridad, alguna calle se
llamaría como él.
Pero sobrevivió y envejeció. La vida le alcanzó para protagonizar otra foto histórica. En calidad
de rehén, fue llevado a reconocer a Leonel Fernández. Esta vez no hay un
cadáver de por medio, pero igual la escena parece suceder en una morgue.
Ya no lleva boina calada. Esta vez la tristeza se esconde detrás
de una sonrisa, dentro de una barba cana.
6 comentarios:
Excelente, mi amor! Diste en la Diana, como siempre, te amo.
Es lamentable, pero Delio ha hecho muchos otros papeles deplorables.
Que prosa nos estamos gastando por el solar, vecino!!! Fabulosa crónica!!
Este Fogonero no trabaja con luzbrillante pero reluciente ilumina ese fogonazo único al recuerdo.
Para decirtelo en latin: Encojonatus escritus!
Estoy de acuerdo contigo, como casi siempre, pero coincido radilcalmente con Renai, usted afina cada vez más esa prosa, compay, la tiene como un laud cubano.
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