18 noviembre 2010

El pasado que nos espera

El nuevo libro de Andrés Oppenheimer habla del pasado que nos espera a los latinoamericanos si seguimos mirando por el espejo retrovisor. ¡Basta de historias! La obsesión latinoamericana con el pasado y las doce claves del futuro, retrata a nuestras repúblicas como un manojo de estados inviables que erigen estatuas en lugar de producir tecnologías y se encierran en el nacionalismo en vez de abrirse al mundo que viene.
En Cuba, mi país de origen, los periódicos le dedican los titulares más importantes a las efemérides y las letras más grandes a frases que se dijeron hace medio siglo. El Estado acaba de descubrir la necesidad imperiosa de que exista la microempresa, pero solo admite que desempeñen oficios del siglo XIX: aguador, cartomántica, desmochador de palmas, forrador de botones o zapatero remendón, entre otros.
En República Dominicana, la media isla donde he decidido echar el ancla, los políticos prefieren hacerles preguntas a los caudillos muertos antes que atreverse a responderlas por ellos mismos. El estado invierte millones de pesos en recordar las fechas patrias y sembrar al país de bustos, antes que cumplir la Ley que exige una inversión en la educación del al menos el 4% del producto interno bruto.
“Si tuviera que resumir el libro diría: mientras los latinoamericanos estamos guiados por la ideología y obsesionados con el pasado, los asiáticos están guiados por el pragmatismo y obsesionados con el futuro”, asegura Andrés Oppenheimer. Eso explica las razones por las que Venezuela es la única economía que no crece en el continente. Mientras Chávez trata de secretear con Bolívar, Vietnam abre cada vez más sus fronteras al intercambio con Estados Unidos.
El mundo compite sin descanso por alcanzar el desarrollo y producir bienestar. Los latinoamericanos, en cambio, permanecemos obsesionados con el recuerdo de lo que tratamos de ser a través de los que nunca fueron.

6 comentarios:

Liz dijo...

QUE GRAN REALIDAD ESTA!!

Karyna Font-Bernard dijo...

Impecable.

José M. Fernández Pequeño dijo...

Muy bueno, Camilo. Cuba se ha convertido en el país de los homenajes. Hay homenajes para todos y todos los días. Necesitamos terminar de enterrar a los héroes y dejar en paz a los mártires y empezar a vivir de una buena vez como si fuéramos personas que no le temen al futuro.

Sarah Hermann dijo...

Camilo, hace unas semanas en Managua, Nicaragua tuvo lugar el encuentro teórico de la Bienal de Istmo Centroamericano en el que participé, el tema era Nadie sabe el pasado que le espera y aludía a una anécdota de una de las coordinadoras (cubana) a la que un vecino curda iba a pedirle cigarrillos de vez en cuando y como explicación a tan insistente petición daba aquello de “nadie sabe el pasado que le espera”… fue realmente iluminador... te mando el link...

Alexis Cundejo: dijo...

Los mejor que he leido en mucho tiempo.

Gracias Fogonero!

BB dijo...

Excelente!!! Lo cómico de nuestro caso, es que mientras un grupo de militares, patriotas y revolucionarios erige bustos y estatuas sin parar, otro grupo de militares, patriotas y revolucionarios va detrás de ellos robándoselos para fundir y bronce y exportarlo.