Allá por los años noventa, en aquella Habana que casi todos dejamos atrás, Bladimir Zamora me pidió que ilustrara unos poemas de Juan Carlos Recio. Jugábamos dominó y oíamos una música demasiado predecible. Los textos aparecerían en Por primera vez, una sección de El Caimán Barbudo donde decenas de poetas cubanos perdimos la virginidad. El autor era villareño, y esa fue la principal excusa que esgrimió el Blado para convencerme.
No recuerdo nada de eso. Me lo contó el propio Juan Carlos, quien acaba de publicar en su blog, Sentado en el aire, algunos textos míos. Hace unos días, mientras chateábamos, le dije que le enviaba esos poemas inéditos como si lo hiciera años atrás, cuando iba a la oficina de correos del Paradero de Camarones para echar cosas con destino a Matanzas.
6 comentarios:
Lo digo aquí también, bello.
Me encantaron esos poemas, Camilo...desgraciadamente, no te conocí en Cuba, ni tuve acceso a tus producciones. Me inclino ante la magia tecnológica por este regalo.
Algo siempre me inquieta en cuanto a las reflexiones de El Fogonero. Esa eterna nostalgia a lo que ya no existe, si bien me acercan a tu cotidiano en la isla y tus raíces; no sé en verdad, -si para desdicha del espíritu o como un tácito mensaje para reafirmar lo perecible- ¿te hace bien o mal?... Camarones, el que viviste, ya no existe; como no existe la Cuba que ambos vivimos...entonces, ¿por qué tratar de eternizar un recuerdo? ¿Solo en pos de la reafirmación?
Un abrazo desde Chile, amigo.
Los poemas de Camilo me parecen muy bueno, yo leía sus cosas desde que él era muy joven y publicaba algunas cosas en el Caimán y otras revistas cubanas. Siempre me llamó la atención la limpieza de sus versos.
He disfrutado muchisimo estos poemas, especialmente PARA QUE LOS DEMÁS LES CREAN, me encanto! Gracias!
Muy buenos los poemas de Camilo Venegas. Tienen algo diferente a lo que se ha escrito hasta ahora y a la vez, son versos que definen la realidad cubana. Gracias por compartirlo en tu blog.
A mi modo de ver los recuerdos son recuerdos, porque uno los vivió como parte de una historia que no es lo que uno quiso que fuera o no, es lo que es en su cruda realidad, o en la belleza de lo que aún nos sirve, cuando uno lee un texto de Camilo, y luego recuerda que por itinerarios de algunos trenes no pudo conocerlos antes, es como si ese presente-pasado te visitara, como si pudieras enmendar el tiempo, creo que en eso funciona esto de la memoria selectiva, y si te inspiras, mejor nostalgia que olvido, puede que Camarones ya no sea Camarones, pero si uno lo reconstruye, fiel a su memoria, nadie puede decir que no es real, al menos para tí. No es un tratado del recuerdo, pero creo entender estas crónicas que escribes y por qué no, eso se disfruta.
Publicar un comentario