Al cubano no le gusta perder ni a las escupidas. Pero desde hace 50 años, con el discurso patriotero y ultranacionalista de Fidel Castro, ese afán se ha elevado a la máxima potencia. He leído todo lo que se ha escrito dentro de la isla a propósito del Clásico Mundial (sí, ya sé, pero no pude evitarlo.
El béisbol para mí es como el single malt: puesto a elegir, lo prefiero antes que la salud de mi hígado). Todavía me parece increíble que hasta tipos coherentes y lúcidos, como es el caso de Aurelio Alonso, acaben dándole la razón a las irreflexiones que hizo Fidel durante la competencia.
¿Cómo es posible que todos se crean el cuento −o peor aún, se hagan los que se lo creyeron− de la crisis del béisbol de Grandes Ligas? En el primer párrafo de “¿Tiempos nuevos para el béisbol?”, Alonso asegura que aunque el béisbol nació en Estados Unidos a mediados del siglo XIX, ha “devenido ahora un deporte donde la excelencia parece que se ha convertido, por el momento, en patrimonio de los contendientes asiáticos”.
Ni siquiera él tuvo acceso a otras fuentes que no fueran el libelo oficial cubano o, en su defecto, La Jiribilla (les recomiendo sobre todo los textos del inefable Fidel Díaz, ¡no se pueden perder eso!). ¿Nadie se enteró dentro de Cuba que la mayoría de los equipos de Grandes Ligas se negaron a que sus estrellas participaran en el Clásico Mundial?
¿Nunca leyeron la serie de reportajes que se publicaron en ESPN sobre el enorme desinterés del público estadounidense por esa competencia? ¿No se los ocurrió comparar la asistencia de público a los partidos de la Liga de la Toronja con los del equipo de USA en el Clásico?
En la nómina de 849 jugadores que tendrá la temporada 2009 del Big Show, hay 603 norteamericanos, 98 dominicanos, 51 venezolanos, 28 puertorriqueños, 19 canadienses y sólo 13 japoneses (apenas aparecen 6 cubanos). Esas cifras hablan por sí solas. Una cosa es un análisis de la calidad del béisbol en el Clásico Mundial y otra, muy diferente, la del béisbol en el mundo.
Si se tratara de un campesino de Manicaragua (que no tiene Internet y le bloquean la señal de las emisoras extrajeras) podría considerarse una ingenuidad, pero en alguien que tiene acceso a todas la fuentes de información que precise, es, en el mejor de los casos, un oportunismo.
Cuando un cubano pierde se saca la excusa más tonta debajo de la manga para justificar la derrota. El asunto es convertir, a cualquier precio, el revés en victoria. Tanto en las escupidas como en la bobería, lo mejor es ser invencibles.
El béisbol para mí es como el single malt: puesto a elegir, lo prefiero antes que la salud de mi hígado). Todavía me parece increíble que hasta tipos coherentes y lúcidos, como es el caso de Aurelio Alonso, acaben dándole la razón a las irreflexiones que hizo Fidel durante la competencia.
¿Cómo es posible que todos se crean el cuento −o peor aún, se hagan los que se lo creyeron− de la crisis del béisbol de Grandes Ligas? En el primer párrafo de “¿Tiempos nuevos para el béisbol?”, Alonso asegura que aunque el béisbol nació en Estados Unidos a mediados del siglo XIX, ha “devenido ahora un deporte donde la excelencia parece que se ha convertido, por el momento, en patrimonio de los contendientes asiáticos”.
Ni siquiera él tuvo acceso a otras fuentes que no fueran el libelo oficial cubano o, en su defecto, La Jiribilla (les recomiendo sobre todo los textos del inefable Fidel Díaz, ¡no se pueden perder eso!). ¿Nadie se enteró dentro de Cuba que la mayoría de los equipos de Grandes Ligas se negaron a que sus estrellas participaran en el Clásico Mundial?
¿Nunca leyeron la serie de reportajes que se publicaron en ESPN sobre el enorme desinterés del público estadounidense por esa competencia? ¿No se los ocurrió comparar la asistencia de público a los partidos de la Liga de la Toronja con los del equipo de USA en el Clásico?
En la nómina de 849 jugadores que tendrá la temporada 2009 del Big Show, hay 603 norteamericanos, 98 dominicanos, 51 venezolanos, 28 puertorriqueños, 19 canadienses y sólo 13 japoneses (apenas aparecen 6 cubanos). Esas cifras hablan por sí solas. Una cosa es un análisis de la calidad del béisbol en el Clásico Mundial y otra, muy diferente, la del béisbol en el mundo.
Si se tratara de un campesino de Manicaragua (que no tiene Internet y le bloquean la señal de las emisoras extrajeras) podría considerarse una ingenuidad, pero en alguien que tiene acceso a todas la fuentes de información que precise, es, en el mejor de los casos, un oportunismo.
Cuando un cubano pierde se saca la excusa más tonta debajo de la manga para justificar la derrota. El asunto es convertir, a cualquier precio, el revés en victoria. Tanto en las escupidas como en la bobería, lo mejor es ser invencibles.
1 comentario:
Muy bueno muchacho, sigue adelante,
Un abrazo
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