Siempre digo “clave de papel” para diferenciar al semanario de la edición digital. Esa frase, como el hilo que lleva al ovillo, me sirve ahora para hacer un repaso mínimo (Elvira Lora me ha dicho cuento con 247 palabras para ello) de lo que ha sido este espacio que empezó en la cabeza de unos pocos desempleados y acabó en las manos, los ojos y las conciencias de miles de dominicanos.
El primer día de Clave Digital no fue el 17 de marzo de 2003, sino la mañana en que cancelaron a Fausto Rosario del diario El Caribe. Algunos pocos amigos lo esperamos del otro lado de los vidrios donde un cheque y dos o tres frasecitas de estudiado cinismo le ponían fin a una época.
No es una casualidad que muchos de los jóvenes comunicadores que conformaban aquella redacción, hoy constituyan la columna vertebral de Clave. Recuerdo que cuando lo acompañé hasta el parqueo, él le restó importancia a su despido y habló de otra cosa.
–Con esos muchachos que están allá dentro se puede hacer el mejor periódico de República Dominicana –fue lo que me dijo.
La clave de este semanario no está en el papel, porque no es él quien le da credibilidad. Son los que lo hacen, esos jóvenes comunicadores que no se han dejado intimidar por ningunos de esos fantasmas que, tradicionalmente, pululan por redacciones y rotativas. La clave de Clave está en que fue un punto y aparte. Eso es lo que hay que celebrar.
El primer día de Clave Digital no fue el 17 de marzo de 2003, sino la mañana en que cancelaron a Fausto Rosario del diario El Caribe. Algunos pocos amigos lo esperamos del otro lado de los vidrios donde un cheque y dos o tres frasecitas de estudiado cinismo le ponían fin a una época.
No es una casualidad que muchos de los jóvenes comunicadores que conformaban aquella redacción, hoy constituyan la columna vertebral de Clave. Recuerdo que cuando lo acompañé hasta el parqueo, él le restó importancia a su despido y habló de otra cosa.
–Con esos muchachos que están allá dentro se puede hacer el mejor periódico de República Dominicana –fue lo que me dijo.
La clave de este semanario no está en el papel, porque no es él quien le da credibilidad. Son los que lo hacen, esos jóvenes comunicadores que no se han dejado intimidar por ningunos de esos fantasmas que, tradicionalmente, pululan por redacciones y rotativas. La clave de Clave está en que fue un punto y aparte. Eso es lo que hay que celebrar.
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