| En las ruinas de la Escuela Secundaria Básica de El Nicho, uno de los escenarios de Los mudos de la montaña. |
La mayoría de los escenarios de Los mudos de la montaña son reales, algunos de sus personajes también. Hay hechos que, aunque ocurrieron con años de diferencia, aquí coinciden en un mismo espacio de tiempo. Otros fueron cambiados de lugar por necesidades de la trama.
Fui uno de los niños que inauguraron la escuela de El Nicho. Hice los mismos viajes de Mario a través del lago Hanabanilla. Solo que tuve que esperar mucho más que él para poder escribirlos. Algunas de las situaciones que le ocurren, me sucedieron a mí.
En la novela, el mundo de la escuela ya aparece en ruinas. Pero en los aguaceros, el frío y la neblina hay un homenaje a los que estrenaron conmigo aquel desamparo. Volví a El Nicho en 2011. Habían pasado 30 años del septiembre en que el barco Escambray me dejó allí por primera vez. Ese día se me ocurrió esta historia.
Agradezco a Esther María Hernández, Grisel Jaime Álvarez, Arturo Arango y Tania Costa, los primeros lectores de este libro, cada comentario, opinión o reclamo. Todo el tiempo que le dedicaron al manuscrito fue muy valioso, tanto para los personajes como para mí.
Una última cosa: cualquier coincidencia que el lector encuentre aquí puede no ser casual.
La Loma de Thoreau, diciembre de 2025
No hay comentarios:
Publicar un comentario