23 enero 2025

La bailarina descalza


Nunca había reparado tanto
en las bailarinas de Degas.
Ni siquiera porque mi madre
reprodujo a una de ellas
en la Escuela del Hogar
y estuvo colgada
en el comedor de mi infancia
por años.
Tampoco me fijé demasiado
en las que fui encontrando
a través de los años,
en las paredes y los escenarios 
menos esperados.
 
Hasta que apareció ella,
descalza,
con las manos ocupadas
por la vida cotidiana
y un antiguo dolor
en los ojos.
No bailó,
sólo abrió una puerta
de cristal
con una pierna
mientras alardeaba
de su equilibrio
con la otra.
Fue todo lo que hizo.
 
Ahora paso todos los días
por la clase de danza
del maestro Jules Perrot,
pero nunca está.
Todas tienen zapatillas
en el cuadro de Degas,
incluso las más borrosas
del fondo.
He llegado a pensar 
que estoy confundido,
que no fue en ese lienzo
donde nos vimos.
Aun así, regreso por ella,
no pierdo la esperanza
de que aparezca
de pronto,
descalza,
y abra puerta
de cristal
con una pierna
mientras alardea
de su equilibrio
con la otra.

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