De izquierda a derecha: mi hija Ana Rosario, mi madre Lérida Rosario Yero y mi abuela Atlántida Mosteiro Góngora. |
Hoy se cumple el 109 aniversario del natalicio de Atlántida Mosteiro Góngora. Ayer Diana y yo vimos una entrevista donde Arturo Pérez-Reverte reconocía todo lo que aprendió, como escritor, de los silencios y las miradas de las mujeres de su familia. Inmediatamente pensé en mi abuela.
Como ella, mi abuelo y yo vivíamos solos en una apartada estación de trenes, la mayor parte de mi infancia transcurrió junto a ellos. Siempre me impresionó la sensibilidad de aquella mujer, que incluso cuando se callaba era capaz de expresarse de la manera más sabia.
Felicidades, mamá. Todos los días del mundo pienso en ti. Muchas veces me pregunto qué me aconsejarías frente a determinadas encrucijadas. Y siempre que cocino algo, lo someto a tu paladar, que fue el más exigente que conocí… hasta que nació tu biznieta Ana Rosario.
Como siempre me recordabas, felicidades también para la estación de ferrocarril del Paradero de Camarones que, como tú, es del año catorce. Un largo pitazo de una locomotora de vapor suena por ustedes dos.
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