20 marzo 2023

Lo que más me gustó del juego


Cuba ya no es una nación, tampoco un país, ni siquiera una provincia. A lo que más se asemeja ese territorio, devastado por el totalitarismo, es a un municipio. Y su presidente no podía parecerse más a ella. Miguel Díaz-Canel genera tan poco y tiene tan pocas luces como la isla que dice dirigir. 
Cuando comenzó el Clásico Mundial de Béisbol, el #TeamBarrigas (para dirigir en la Cuba actual, más que cerebro, parece necesitarse una buena barriga) no lucía muy entusiasmado que digamos. Reseñaban con discreción cada paso, desde la conformación del equipo hasta las dos primeras derrotas.
Pero el equipo sorpresivamente empezó a ganar y eso les produjo una crisis de entusiasmo. Pasaron del “no se trata de política, se trata de que son cubanos” al #TeamAsere (¡qué chealdad más grande, aparecerse con eso a estas alturas del juego!) y a la politiquería municipal.
La crisis de entusiasmo duró muy poco. Estados Unidos puso en su lugar a un equipito que estaba a la altura del territorio que representaba: un municipio. Tras la aplastante derrota, al #TeamBarrigas solo le resta alardear, echar guaperías y jurar que ya ganaron (¡y lo peor es que se lo creen!).
No vi ningún juego, porque ese equipo no me representa. Como tampoco el municipio que ha usurpado el escudo, la bandera y el himno de Cuba. El país donde nací ya no existe. Aun así, no puedo decir que me disgustara la derrota de los representantes de… ¿le llamamos Jatibonico, Taco Taco, Buey Arriba? 
Cualquier revés del #TeamBarrigas, por intrascendente que sea, es una victoria para los que perdimos a Cuba. Y ahora sí me refiero a la nación, al país, al lugar donde la palabra asere aún no había sido engullida por ellos. Por poco se me olvida por lo que estaba diciendo todo esto:
Lo que más me gustó del juego fue el cartel de “¡Abajo la dictadura!” detrás del home.

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