14 octubre 2022

Las jirafas


Mi viejo Salvador Dalí,
quien te escribe
se fascinó con tu obra
en un país
donde era imposible
que los relojes
se derritieran
y las jirafas acabaran
envueltas en llamas.
Solo los cañaverales
ardían
en el lugar
de dónde vengo.
Aunque ya
no me asombras tanto,
debo reconocer
que mi amor
por Gala sigue intacto.
Solo que ahora
la mujer de mi vida
tiene otro nombre.
Diana,
Salvador,
es aún más posesiva.
Pero, eso tendría
que explicártelo
en Cadaqués,
cuando la marea alta
inunda su espalda
no hay
nada que hacer.
Lo demás tendrás
que tratarlo
con el adolescente
que fui.
Solo te adelanto
que nunca
en un país
tan aburrido
las jirafas ardieron
por una mejor causa.

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