No
lo enfrentaron, le pusieron una zancadilla. No le permitieron ser diferente a
los miles que contemplaron impasibles cómo lo golpeaban y
maniataban. Por Wichy García Fuentes, supe que se llama Llorente, que es taxista y
un entusiasta de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Los
pequeños segundos que dura el video producen una gran rabia. A lo lejos se ve
la masa dócil y entumecida. Llorente aparece en cámara a toda carrera, con una
bandera norteamericana en alto. Un policía de civil estira una pierna y lo derriba. Una vez en el suelo, le caen a golpes y patadas.
Alguien
en Facebook se preguntó qué hacía ese hombre allí con la bandera de un imperio. Me sentí
tentado a comentarle si se había hecho esa pregunta durante todos los 1 de Mayo
que, en esa misma plaza, miles de cubanos
desfilaron banderas soviéticas.
Todavía
conservo con orgullo el brazalete del Frente Norte de Las Villas de mi padre.
Lo llevó atado en su brazo durante los meses finales de 1958. En una vieja película
se le ve junto a Camilo Cienfuegos, mientras izan la bandera cubana sobre el
Ayuntamiento de Yaguajay.
El
diseño del brazalete de mi padre es idéntico al de la bandera con la que Kcho se
retrató frente a la Casa Blanca. Sin embargo, en manos de este esperpéntico
personaje, luce irreconocible. Serafín Venegas recordaba con aquel pedacito de
tela uno de los momentos más auténticos de su vida; Kcho, la afrenta del
oportunismo.
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