Un día como hoy, hace 10 años, escribí el primer post en El Fogonero. Una década después, repito los mismos gestos y las mismas palabras que me convencieron de hacer este blog. Mientras los dinosaurios sigan allí y yo tenga libre acceso a internet, habrá Fogonero. Es mi manera de no dejar de pertenecer a todo lo que me arrebataron.
Cuando un cubano adversa a la dictadura de mi país o, simplemente, decide abandonar la isla en busca de un futuro mejor, de inmediato se convierte en una no persona. A partir de ese momento tiene, además del suyo, otro nombre: traidor, gusano, escoria…
Cuando un cubano adversa a la dictadura de mi país o, simplemente, decide abandonar la isla en busca de un futuro mejor, de inmediato se convierte en una no persona. A partir de ese momento tiene, además del suyo, otro nombre: traidor, gusano, escoria…
Ayer
se hizo viral en las redes sociales una frase de Randy Alonso. A propósito de
las Olimpiadas Río 2016, el locutor de la televisión cubana llamó excubano al
atleta Orlando Ortega, quien compitió por España y ganó la medalla de plata en
110 metros con vallas.
Entre
todas las reacciones que se produjeron, elijo la del cineasta Jorge Dalton en
Facebook:
“El
deportista cubano Orlando Ortega es y será cubano hasta el final de sus días,
corra por España, Nigeria o por el pueblo mas intrincado del mundo. Ese negro
lo vi llorar después de su victoria y yo salté de alegría por su triunfo bien
merecido, sentí orgullo porque ante todo es y será cubano siempre aunque
sostenga la bandera española y cualquier cubano que triunfe fuera, debe ser
motivo de orgullo y es también un triunfo latinoamericano. Pude percibir que
las lágrimas de Orlando Ortega, no solo eran emotivas por su victoria, por su
esfuerzo, por su familia, sino de una honda tristeza por su tragedia personal
que tiene que ver con su patria definitiva que es y será Cuba”.
Son
tantas las humillaciones, privaciones y restricciones con las que se nacen en
Cuba desde 1959, que luego nos cuesta muchísimo adaptarnos a vivir en libertad.
Constantemente y de manera involuntaria, nos salen las taras que llevamos con
nosotros. Somos reses marcadas por el absolutismo, el radicalismo, el
nacionalismo y la demagogia de un dictador que nos dejó a todos sin futuro y a
muchos sin país.
Según
Randy Alonso, yo también soy un excubano. Y es probable que tenga razón: me
quitaron el documento de identidad del país donde nací; para volver a mi
pueblo, tengo que pedirle permiso a las autoridades del régimen; en Cuba no
puedo tener una casa, ni sembrar un árbol o inscribir un hijo.
Por
eso, y por muchísimas razones más, todos los días del mundo le doy las gracias
a República Dominicana. Este país no solo me adoptó, también me devolvió la
dignidad y todos los derechos que en el mío me habían negado desde que nací.
Aquí, aun sin Cuba, tengo la libertad de ser yo mismo… y de sembrar.
1 comentario:
Creo que lo han tomado fuera de contexto. Yo lo vi, se refería Rand y Alonso al ambiente deportivo.
No lo percibí tan incisivo.
Ortega en cambio, nunca mencionó al pueblo de Cuba en su balbuceo de agradecimiento a España. No mencionó a su gente, al lugar donde aprendió a saltar. Aprendió muy bien a saltar, por cierto.
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