Foto tomada por Alfonso Quiñones, durante su viaje a Cuba. |
El 28 de enero de 1960, el Cuartel
Moncada, la mayor fortaleza militar del oriente cubano, fue entregado por Fidel
Castro para que funcionara como una ciudad escolar. Aunque la enorme
instalación militar fue remozada cuidadosamente para esa ocasión, se dejaron en
su fachada los impactos de balas del 26 de julio de 1953.
De ahí en adelante, cada
generación de cubanos tuvo que aprenderse el significado de aquellos hoyos y la
importancia de que la revolución transformara los cuarteles en escuelas. “¿Por
qué podemos convertir esta fortaleza en escuela?”, preguntó Fidel aquel día. La
versión taquigráfica solo pone “EXCLAMACIONES” en el lugar de la respuesta, de
manera que ya no sabremos qué dijo la gente.
“Como lo que necesitamos son
escuelas, pues, por eso nosotros estamos convirtiendo todas las fortalezas en
escuelas. Y así, donde antes vivían
millares de soldados, con sus fusiles, y sus sargentos, y sus capitanes, y sus
generales, ahora van a trabajar y a estudiar millares de niños con sus lápices,
con sus libros, con sus maestros”, afirmó el Comandante en Jefe.
Recientemente, el escritor
Alfonso Quiñones viajó a Cuba para volver a algunos de los lugares más
importantes de su vida: la casa de su infancia, la tumba de sus padres, el
patio de sus abuelos, el parque de su juventud… Camino a Manzanillo, después de
pasar por Camagüey, se desvió por el terraplén que conduce a la Escuela
Secundaria Básica en el Campo Carlos Manuel de Céspedes.
Allí, Quiñones se estrenó como becado
(que es como se llamaba en Cuba a los internos), descubrió la física, aprendió
a medir versos y conoció a su primera novia. Por eso tuvo un deseo irrefrenable
de pararse de nuevo entre los framboyanes de la plaza y de caminar por el
puente que iba de las aulas al internado.
Pero una alta verja le impidió
entrar a su añorada escuela. Soldados con armas largas le hicieron señas de que
se alejara. Hoy Veguita 1 (como era
conocida popularmente) es una cárcel. Algo así llamaría la atención en
cualquier país del mundo, pero en Cuba tiene un peso simbólico tan grande como
los hoyos en las paredes del Moncada.
¿Cómo acabaron convirtiendo
escuelas en cárceles?, valdría la pena preguntarle al Fidel del 28 de enero de
1960. Aunque la versión taquigráfica luego ponga “EXCLAMACIONES” en el lugar de
la respuesta y nunca lleguemos a saber qué dijo.
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