Quería tener un hijo varón para jugar pelota con él. Nos imaginaba en el fondo del terreno del Paradero de Camarones. Yo en el left field y él en el center. Luego, cuando ya supe que tendría una niña, insistí en que participara de mi mundo. Más de una vez la subí encima de un tren para que sangre ferroviaria corriera por sus venas.
Hoy, 20 años después del 28 de mayo de 1993, lo que más disfruto de Ana Rosario Venegas Miranda son las cosas en las que no se parece a mí. Cada vez que me hace sentir viejo y obsoleto, rejuvenezco. Mi mayor fortuna ha sido ser su padre. ¡Felicidades, Nené!
1 comentario:
Felicidades a Ana Rosario, que por lo visto está tan bella e inteligente como siembre, bendiciones.
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