31 julio 2012

Un año sin saber nada de Lichi

 
A través de las redes sociales, mantengo contacto casi diario con amigos y gente que quiero. Aunque están desperdigados por todo el mundo, las ventanas de Facebook y Twitter nos permiten tener un contacto casi tan cercano como los abrazos, las palmadas en los hombros y hasta los besos.
A veces no nos decimos nada directamente, pero comparto lo que dicen, reproduzco la música que oyen o hago mías algunas ideas suyas. El escritor cubano Eliseo Alberto Diego estaba entre ellos. Nunca dejaba pasar una mañana sin asomarme al muro de Lichi. Jamás logré salir de allí sin dar con algo conmovedor o soltar una carcajada.
Como uno de los equilibristas de su padre, el poeta Eliseo Diego, Lichi sabía balancearse entre la ironía, la ternura y el humor con una destreza impresionante. Su bondad no le impedía ser sarcástico. Su inquebrantable sentido del humor jamás lo privó de la ternura.
A través de él, alcancé a conocer épocas y momentos de la vida cubana que, por mi edad o por estar en provincia, me perdí. Gracias a él pude revivirlos como si yo hubiera sido un testigo de excepción, sin esos barnices y edulcoraciones que tanto estropean las mejores anécdotas.
Pero si tuviera que elegir una sola cosa que agradecerle a Lichi, sería su libro Informe contra mí mismo. Él, como muchos otros, pudo acomodarse en ese exilio de terciopelo que ofrece el régimen a los que dicen las verdades a medias o hacen un rotundo silencio sobre los temas más comprometedores.
Eso le hubiera permitido entrar y salir de su país y de su tan querida Habana cada vez que quisiera. Él, sin embargo, eligió hacer la catarsis, poner por escrito lo que pensaba, contarlo todo desde aquel día en que la Seguridad del Estado le pidió que espiara a su propio padre, que denunciara cualquier debilidad ideológica de su familia.
La valentía que tuvo Lichi en ese libro, aún no ha sido lo suficientemente agradecida. Ni falta que le hace. Estoy seguro que si le hubiera comentado eso en uno de nuestros frecuentes chats, me habría saltado con un chiste desternillante para restarle gravedad a la conversación.
Hace un año que no sé nada nuevo de Lichi. Solo le releo. No me acostumbro a la idea de que no nos dirá nada más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

LINDO Y MERECIDO HOMENAJE.