A través de las redes sociales, mantengo contacto casi diario con
amigos y gente que quiero. Aunque están desperdigados por todo el mundo, las
ventanas de Facebook y Twitter nos permiten tener un contacto casi tan cercano
como los abrazos, las palmadas en los hombros y hasta los besos.
A veces no nos decimos nada directamente, pero comparto lo que
dicen, reproduzco la música que oyen o hago mías algunas ideas suyas. El escritor
cubano Eliseo Alberto Diego estaba entre ellos. Nunca dejaba pasar una mañana
sin asomarme al muro de Lichi. Jamás logré salir de allí sin dar con algo
conmovedor o soltar una carcajada.
Como uno de los equilibristas de su padre, el poeta Eliseo Diego,
Lichi sabía balancearse entre la ironía, la ternura y el humor con una destreza
impresionante. Su bondad no le impedía ser sarcástico. Su inquebrantable
sentido del humor jamás lo privó de la ternura.
A través de él, alcancé a conocer épocas y momentos de la vida
cubana que, por mi edad o por estar en provincia, me perdí. Gracias a él pude
revivirlos como si yo hubiera sido un testigo de excepción, sin esos barnices y
edulcoraciones que tanto estropean las mejores anécdotas.
Pero si tuviera que elegir una sola cosa que agradecerle a Lichi, sería
su libro Informe contra mí mismo. Él,
como muchos otros, pudo acomodarse en ese exilio de terciopelo que ofrece el
régimen a los que dicen las verdades a medias o hacen un rotundo silencio sobre
los temas más comprometedores.
Eso le hubiera permitido entrar y salir de su país y de su tan
querida Habana cada vez que quisiera. Él, sin embargo, eligió hacer la
catarsis, poner por escrito lo que pensaba, contarlo todo desde aquel día en
que la Seguridad del Estado le pidió que espiara a su propio padre, que
denunciara cualquier debilidad ideológica de su familia.
La valentía que tuvo Lichi en ese libro, aún no ha sido lo
suficientemente agradecida. Ni falta que le hace. Estoy seguro que si le
hubiera comentado eso en uno de nuestros frecuentes chats, me habría saltado
con un chiste desternillante para restarle gravedad a la conversación.
Hace un año que no sé nada nuevo de Lichi. Solo le releo. No me
acostumbro a la idea de que no nos dirá nada más.
1 comentario:
LINDO Y MERECIDO HOMENAJE.
Publicar un comentario