En los años ochenta, cuando estudiaba artes escénicas en la escuela de Cubanacán, en La Habana, el rock argentino era una de mis más grandes inspiraciones. Los discos de Charly García, Fito Páez y Juan Carlos Baglietto me acompañaban a todas partes y, sobre todo, le cambiaban el ritmo a mi manera de ver el mundo.
Recuerdo que teníamos una profesora de teatro guiñol que nos censuraba todo lo que no fuera realista y optimista. Se había graduado en Moscú y la doctrina soviética era para ella el único modo de llevar algo a escena. Cada vez que nos rechazaba una idea surreal o vanguardista, le hacíamos un coro con una canción de Baglietto:
“La censura no existe, mi amor.
La censura no existe, mi…
La censura no existe...
La censura no...
La censura...
La...”
Hoy mi iTunes pinchó "La censura..." sin que yo se la pidiera. Dejé lo que estaba haciendo y me puse a escucharla. Muchas veces, incluso sin quererlo, nosotros también censuramos. Yo mismo, para evitar las cizañas y el mal gusto, moderé los comentarios del El Fogonero por mucho tiempo. En honor a la canción y al grupo de muchachos que la cantábamos en la Escuela de Arte de los 80, a partir de hoy dejaré de hacerlo.
Digan lo que digan. Pongan lo que pongan. Al final la gente lee, escucha, comparte y le hace caso a lo que realmente le interesa y le aporta.
5 comentarios:
Camilo, me hiciste acordar de esa canción que ya no me acordaba. Por eso me gusta leer el Fogonero. Me acuerdo de Cuba, y revuelcas la nostalgia que es imprescindible.
¡A gozar, liberales de Perico!
El tema lo cantaba Baglietto, pero el autor es Pichi de Benedictis. Por coyunturas históricas misteriosas ¿recuerdas el nombre de aquella profesora de Teatro Infantil?... ¡Libia!
Wichy, la música es de Baglietto (bueno, él no ha hecho nunca una letra). Es como "Veinte años", todos decimos que la canción es de María Teresa Vera, pero ella solo le puso música a unos versos de Guillermina Aranguren.
¿Te acuerdas de Libia? ¡Tremendo personaje!
Asi lo creo mi querido Camilo.
Un abrazo grande de Pripe.
Ahhh, no te he contado. Tengo pasaporte cubano y habilitado. Puedo regresar a la isla después de tanto timpo. ¡Casi dos decadas! Jorge Luis Sánchez, El Blado y otros buenos amigos estuvieron insisteindo para que esto sucediera. Te recordaré alla. No faltarás cuando entre al callejón de los Mederos, en Remedios. No creo que mi querida tía grite nada. Ya no está Caruca y ella anda muy desgastada, pero yo escucharé su grito y recordaré aquel periplo maravillosos del 90 con Víctor Rodríguez, Camilo Hernández, tú, el Blado queridísimo...
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