El lunes en la tarde yo viví una experiencia similar a los 1,500 jóvenes que acudieron al cine Camilo Cienfuegos, de Santa Clara, para ver el partido entre el Barcelona y el Real Madrid. En mi caso, fueron apenas unos angustiosos minutos donde me perdí el gol de Xavi y algunos de los bailes más brillantes del Barça.
Estaba solo en casa, pero me puse histérico y le grité de todo a la representante de Claro TV. Cuando se resolvió el inconveniente, ni di las gracias ni me despedí: “¡Ya, ya, ya se ve, okey, ya, ya, ya!”, fue todo lo que dije. Yo ni quiero pensar cuál habría sido mi reacción si me hubiera perdido ese clásico que ya está escrito es la historia del fútbol con letras blaugranas.
Allá, en Santa Clara, los muchachos habían pagado 3 pesos para ver el partido en una pantalla gigante y acabaron proyectándoles un documental cubano. Ante semejante estafa, no se les ocurrió otra cosa mejor que dejar constancia de su frustración. Primero la emprendieron contra las butacas del cine, pero luego decidieron tirar a puerta: “¡Abajo la dictadura!”, “¡Abajo Fidel”!...
En el mismo edificio, unos pisos más arriba, algunos pocos disfrutaban el partido con tranquilidad en una enorme pantalla de LCD. Habían pagado poco más de 5 dólares por semejante privilegio y ni siquiera se enteraron de la llegada de las 22 patrullas de la policía y de los más de 60 detenidos.
Al finalizar el partido, cuando yo comenzaba a leer las incontables reacciones que provocó el increíble 5-0, supe de lo ocurrido en Santa Clara. En Facebook y en Twitter ya había decenas de comentarios. Luego, llegó la versión más detallada de Coco Fariñas. Mientras el Barça dictaba sentencia desde la cima del fútbol global, un grupo de muchachos de mi provincia hacían que el régimen se anotara un autogol.
¿Será que de verdad creen que las cosas pueden seguir igual?
(Galería de fotos del incidente en Café Fuerte).
(Galería de fotos del incidente en Café Fuerte).
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