Higinio Vélez no se atrevió a dar la cara después que su equipo fuera humillado por Japón en el Petco Park. El plan de evacuación de los peloteros debía ejecutarse de inmediato. La densa niebla que había a esa hora en San Diego no podía ser una excusa para ni siquiera una oveja se separara de la manada.
Cuando el fly de Michihiro Ogasawar dio en el guante de Yoennis Céspedes (quien, como pueden ver, pertenece a la "Generación Y") y cayó al suelo, al manager cubano ya no le fue posible seguir al pie de la letra las estrictas instrucciones que Fidel le había dado en su última reflexión. El Comandante había advertido que “uno de los principios inviolables es que no puede haber vacilación alguna cuando un pitcher tenga que ser sustituido de inmediato, si muestran una tendencia al descontrol frente a japoneses o coreanos”.
Habló de casi todo, menos de la defensa. Ese error fue suficiente para que la escuadra cubana de béisbol sufriera su peor derrota desde 1939, que fue la última vez en que una selección de la isla participó en una competencia internacional y regresó a casa sin alcanzar ninguno de los tres primeros lugares. “Quiero felicitar al equipo japonés por su gran victoria de esta noche. Fueron mucho mejores que nosotros y merecían la victoria", fueron las palabras de Vélez, quien pidió “una disculpa por no acudir a la rueda de prensa, pero quiero agradecer a todos por su amabilidad con el equipo cubano”.
Cuando cayó el noveno inning, Eduardo Paret, Ariel Pestano, Norge Luis Vera y Pedro Luis Lazo se quitaron un uniforme que nunca más volverán a vestir. Tuvieron la oportunidad de llegar a ser estrellas en las Grandes Ligas. Ahora, en el ocaso de sus carreras, son los verdaderos hijos de la derrota. Aún antes de que Fidel abra la boca, su orfandad comienza.
Aunque el anciano Comandante prometió hacerse responsable de la derrota, en estos momentos debe estar cavilando a qué o a quién le va a echar mano para desviar la atención y convertir el revés en victoria. Como a estas alturas es improbable que secuestren a unos pescadores, pobre del que se atraviese en su camino hoy.
Cuando el fly de Michihiro Ogasawar dio en el guante de Yoennis Céspedes (quien, como pueden ver, pertenece a la "Generación Y") y cayó al suelo, al manager cubano ya no le fue posible seguir al pie de la letra las estrictas instrucciones que Fidel le había dado en su última reflexión. El Comandante había advertido que “uno de los principios inviolables es que no puede haber vacilación alguna cuando un pitcher tenga que ser sustituido de inmediato, si muestran una tendencia al descontrol frente a japoneses o coreanos”.
Habló de casi todo, menos de la defensa. Ese error fue suficiente para que la escuadra cubana de béisbol sufriera su peor derrota desde 1939, que fue la última vez en que una selección de la isla participó en una competencia internacional y regresó a casa sin alcanzar ninguno de los tres primeros lugares. “Quiero felicitar al equipo japonés por su gran victoria de esta noche. Fueron mucho mejores que nosotros y merecían la victoria", fueron las palabras de Vélez, quien pidió “una disculpa por no acudir a la rueda de prensa, pero quiero agradecer a todos por su amabilidad con el equipo cubano”.
Cuando cayó el noveno inning, Eduardo Paret, Ariel Pestano, Norge Luis Vera y Pedro Luis Lazo se quitaron un uniforme que nunca más volverán a vestir. Tuvieron la oportunidad de llegar a ser estrellas en las Grandes Ligas. Ahora, en el ocaso de sus carreras, son los verdaderos hijos de la derrota. Aún antes de que Fidel abra la boca, su orfandad comienza.
Aunque el anciano Comandante prometió hacerse responsable de la derrota, en estos momentos debe estar cavilando a qué o a quién le va a echar mano para desviar la atención y convertir el revés en victoria. Como a estas alturas es improbable que secuestren a unos pescadores, pobre del que se atraviese en su camino hoy.
4 comentarios:
Ojalá que la furia lo mate... si es que no se ha muerto todavía...
Un analisis a la altura de tu persona.
Te Felicito,
Un abrazo
Sigan jodiendo al viejito... que va a salir de su tumba y les va a halar los pies.
Muy bueno eso del hedor de su colostomía!!!! Es cierto, Castro ha llenado de mierda nuestras existencias con su egolatría y su odio sin cura. ¡Abajo el reinado de los Castro, viva Cuba, coño!
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