Hace apenas tres años Dayán Viciedo era el niño prodigio del béisbol cubano. Aunque era demasiado joven, sus extraordinarias cualidades como jugador lo mantuvieron en la preselección del equipo Cuba que asistió al Clásico Mundial hasta el corte final. Después de firmar un contrato por 10 millones de dólares con los White Sox de Chicago, incluyendo un bono por 4 millones, Viciedo se ha convertido en el arma secreta del equipo de la ciudad de los vientos.
Dayán tiene grandes posibilidades de convertirse en el primera base regular de los White Sox. Al menos esas son las expectativas que tiene su mánager, el venezolano Ozzie Guillén. Pero a pesar de que el Viciedo tiene razones de sobra para sentirse feliz, hay algo que lo entristece. “Me habría gustado jugar con Cuba en el Clásico Mundial. Es un tremendo orgullo poder jugar con tu país”, le dijo Viciedo a un reportero de ESPN. La semana pasada Carlos Lage, miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba, aseguró que “es un acto de barbarie prohibirle a un ciudadano visitar a su familia”.
Con esas palabras, el miembro del Consejo de Estado anunciaba que las puertas de la isla estaban abiertas para una buena parte de los cubanos que residen en Estados Unidos (ya sabemos que ciertas restricciones aplican). Más allá de lo hipócrita que puedan resultar las declaraciones de Lage. Más allá de lo irracional y discriminatorias que resultan las políticas migratorias del gobierno cubano, permitir que los peloteros cubanos que juegan actualmente en los equipos de Grandes Ligas se integren a la selección nacional, enviaría una clara señal de que, efectivamente, las cosas pueden ser distintas durante el gobierno de Barack Obama.
Con la inclusión de Alexei Ramírez, Yuniesky (Riquimbili) Betancourt, José Ariel Contreras, Yunel Escobar, Liván Hernández, Brayan Peña, Yunel Escobar, Kendry Morales y el Duque Hernández (quien, a pesar de su veteranía, podría hacer un gran aporte con su enorme experiencia), la escuadra cubana luciría mucho más sólida frente a otras que tendrán en sus filas a grandes estrellas de la Gran Carpa.
Estoy de acuerdo con Lage en que las restricciones que los Estados Unidos mantiene sobre los viajes de sus ciudadanos a Cuba son absurdas y no tienen justificación alguna. Pero si eso para él eso es una “barbarie”, me gustaría saber cómo califica el Permiso de Salida que su gobierno le reclama a todos los cubanos que desean viajar y las prohibiciones a muchos de los que ya lo han hecho para que vuelvan a pisar su tierra natal. Empezar por los peloteros sería hasta simbólico. Al fin y al cabo el béisbol es uno de los más sólido signos de identidad de los cubanos y uno de los vínculos más importante que ha mantenido la isla, por más de un siglo, con Estados Unidos.
De seguro que a Obama, que es fanático de los White Sox, le gustaría ver a dos jugadores de su equipo participando en el Clásico con el uniforme de Cuba. Aunque para muchos eso sería un jonrón y para otros un doble play, la jugada podría interpretarse como un sacrificio para poner a los corredores en posición anotadora. Y eso es lo que al final se necesita, anotar carreras para que el partido no se mantenga detenido y acabemos de llegar, de una vez y por todas, al out 27.
Dayán tiene grandes posibilidades de convertirse en el primera base regular de los White Sox. Al menos esas son las expectativas que tiene su mánager, el venezolano Ozzie Guillén. Pero a pesar de que el Viciedo tiene razones de sobra para sentirse feliz, hay algo que lo entristece. “Me habría gustado jugar con Cuba en el Clásico Mundial. Es un tremendo orgullo poder jugar con tu país”, le dijo Viciedo a un reportero de ESPN. La semana pasada Carlos Lage, miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba, aseguró que “es un acto de barbarie prohibirle a un ciudadano visitar a su familia”.
Con esas palabras, el miembro del Consejo de Estado anunciaba que las puertas de la isla estaban abiertas para una buena parte de los cubanos que residen en Estados Unidos (ya sabemos que ciertas restricciones aplican). Más allá de lo hipócrita que puedan resultar las declaraciones de Lage. Más allá de lo irracional y discriminatorias que resultan las políticas migratorias del gobierno cubano, permitir que los peloteros cubanos que juegan actualmente en los equipos de Grandes Ligas se integren a la selección nacional, enviaría una clara señal de que, efectivamente, las cosas pueden ser distintas durante el gobierno de Barack Obama.
Con la inclusión de Alexei Ramírez, Yuniesky (Riquimbili) Betancourt, José Ariel Contreras, Yunel Escobar, Liván Hernández, Brayan Peña, Yunel Escobar, Kendry Morales y el Duque Hernández (quien, a pesar de su veteranía, podría hacer un gran aporte con su enorme experiencia), la escuadra cubana luciría mucho más sólida frente a otras que tendrán en sus filas a grandes estrellas de la Gran Carpa.
Estoy de acuerdo con Lage en que las restricciones que los Estados Unidos mantiene sobre los viajes de sus ciudadanos a Cuba son absurdas y no tienen justificación alguna. Pero si eso para él eso es una “barbarie”, me gustaría saber cómo califica el Permiso de Salida que su gobierno le reclama a todos los cubanos que desean viajar y las prohibiciones a muchos de los que ya lo han hecho para que vuelvan a pisar su tierra natal. Empezar por los peloteros sería hasta simbólico. Al fin y al cabo el béisbol es uno de los más sólido signos de identidad de los cubanos y uno de los vínculos más importante que ha mantenido la isla, por más de un siglo, con Estados Unidos.
De seguro que a Obama, que es fanático de los White Sox, le gustaría ver a dos jugadores de su equipo participando en el Clásico con el uniforme de Cuba. Aunque para muchos eso sería un jonrón y para otros un doble play, la jugada podría interpretarse como un sacrificio para poner a los corredores en posición anotadora. Y eso es lo que al final se necesita, anotar carreras para que el partido no se mantenga detenido y acabemos de llegar, de una vez y por todas, al out 27.
4 comentarios:
No sabes cómo te agradezco que me tengas en tu lista de envíos.
El poder seguir en contacto con ustedes.
El ver esa fotografía de la estación de Camarones, donde pasamos una noche y adonde tus amigos, William Núñez (y sus ataques de gota) y señora, nos trajeron la cena y el desayuno, amén de estar pendientes de nosotros. De ese ‘pedazo’ de cirujano, Lázaro López y sus habanos. Etc.
Un beso para Ana Zilma y Ana Rosario.
Hoy, desde la guardia médica de urgencias y emergencias, un beso a todos y mucha felicidad.
Un abrazo.
Camilo mío, hagos mis votos por la felicidad de usted y los suyos en el año por venir. Un beso.
El destino final, hermano, siempre estará "más adelante". Pero en cualquier caso conviene caminar...
Un abrazo,
Gracias, Camilo, un abrazo!
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