Silvio Rodríguez y Pablo Milanés son, desde hace casi medio siglo, dos caras de una misma moneda. Por obra y gracia de su talento y de la circunstancia que les tocó vivir, se convirtieron en las expresiones más universales de la cultura revolucionaria en Cuba. Pero el tiempo, el implacable, el que pasó, los fue distanciando y hoy, aunque siguen siendo parte de la misma divisa, uno es la cara y el otro la cruz.
En los años sesenta, cuando se convirtieron en las voces que más alto se oían y que mejor representaban a una generación, Silvio Rodríguez compuso decenas de canciones que denunciaban, a veces con rabia y a veces con urgencia, a los “delimitadores de las primaveras”. Entonces el trovador procuraba ser, según sus propias palabras, “un gran mortificado”, para que no lo acusaran cuando él mortificaba.
Pero con los años la casa de Silvio fue invadida por las flores y al parecer eso lo tornó más dócil. De un tiempo a esta parte al trovador sólo le preocupan los atropellos y desmanes que suceden a mil kilómetros de su ropero y de su refrigerador. Según sus canciones más recientes, ahora le perturba más lo que pasa en la patria de Simbad el Marino que en la suya. Ayer, tanto Silvio Rodríguez como Pablo Milanés fueron noticia.
De Silvio se dijo que estaba descansando en Punta Cana (al final del viaje terminó carenando en la misma playa que Julio Iglesias) y que acababa de hacerse residente en República Dominicana (Julio ya es ciudadano). De Pablo se difundieron unas declaraciones hechas en Madrid, antes de iniciar una gira. Según los cables, Pablo dijo que no confía ya en ningún dirigente cubano que tenga más de 75 años, porque ninguno de ellos hace “nada para sacar adelante el país”.
“Sus ideas revolucionarias de antaño se han vuelto reaccionarias y esa reacción no deja continuar, no deja avanzar a la nueva generación”, aseguró el trovador, quien también reconoció que el país está paralizado y que los cubanos ya no pueden vivir de promesas, haciendo planes para un futuro que no acaba de llegar.
La última vez que Pablo criticó abiertamente al régimen, Silvio reaccionó con disgusto. No lo llamó por su nombre, pero estuvo claro que cuando Rodríguez criticó a los que hablan de los problemas de la revolución delante del “enemigo”, se refería a Milanés. A propósito del enemigo, Pablo admitió que el hecho de que “Estados Unidos haya tenido una ley de derechos civiles conquistada en los años sesenta y que, menos de 40 años después, ya tenga un negro presidente es tanto o más que lo que hemos logrado nosotros en Cuba, donde los negros aún no tienen ni poder real ni verdaderas oportunidades”, dijo.
Por último, al ser cuestionado sobre el bloqueo, Pablo aseguró que el mismo “tiene dos caras”, porque “está la otra cara, el autobloqueo”, utilizado por el régimen “como una emergencia para defenderse” de los “errores en determinados momentos”. Ahora Milanés llegó más lejos y fue mucho más contundente, por eso no dudo que Rodríguez le salga al paso otra vez. Hace cuarenta y tantos años cantaban a dos voces las ideas y las convicciones que una generación entera repetía a coro.
Hoy, en cambio, tomaron caminos muy diferentes. Uno abrió su voz al mundo para que “llegue al último confín de norte a sur y de este a oeste”. Al otro el machete se le enredó en la maleza de comodidades, en una playa donde las estrellas no tienen que salir, porque se simulan con luces de artificio. Mientras tanto, Cuba ya no va a ningún lado.
En los años sesenta, cuando se convirtieron en las voces que más alto se oían y que mejor representaban a una generación, Silvio Rodríguez compuso decenas de canciones que denunciaban, a veces con rabia y a veces con urgencia, a los “delimitadores de las primaveras”. Entonces el trovador procuraba ser, según sus propias palabras, “un gran mortificado”, para que no lo acusaran cuando él mortificaba.
Pero con los años la casa de Silvio fue invadida por las flores y al parecer eso lo tornó más dócil. De un tiempo a esta parte al trovador sólo le preocupan los atropellos y desmanes que suceden a mil kilómetros de su ropero y de su refrigerador. Según sus canciones más recientes, ahora le perturba más lo que pasa en la patria de Simbad el Marino que en la suya. Ayer, tanto Silvio Rodríguez como Pablo Milanés fueron noticia.
De Silvio se dijo que estaba descansando en Punta Cana (al final del viaje terminó carenando en la misma playa que Julio Iglesias) y que acababa de hacerse residente en República Dominicana (Julio ya es ciudadano). De Pablo se difundieron unas declaraciones hechas en Madrid, antes de iniciar una gira. Según los cables, Pablo dijo que no confía ya en ningún dirigente cubano que tenga más de 75 años, porque ninguno de ellos hace “nada para sacar adelante el país”.
“Sus ideas revolucionarias de antaño se han vuelto reaccionarias y esa reacción no deja continuar, no deja avanzar a la nueva generación”, aseguró el trovador, quien también reconoció que el país está paralizado y que los cubanos ya no pueden vivir de promesas, haciendo planes para un futuro que no acaba de llegar.
La última vez que Pablo criticó abiertamente al régimen, Silvio reaccionó con disgusto. No lo llamó por su nombre, pero estuvo claro que cuando Rodríguez criticó a los que hablan de los problemas de la revolución delante del “enemigo”, se refería a Milanés. A propósito del enemigo, Pablo admitió que el hecho de que “Estados Unidos haya tenido una ley de derechos civiles conquistada en los años sesenta y que, menos de 40 años después, ya tenga un negro presidente es tanto o más que lo que hemos logrado nosotros en Cuba, donde los negros aún no tienen ni poder real ni verdaderas oportunidades”, dijo.
Por último, al ser cuestionado sobre el bloqueo, Pablo aseguró que el mismo “tiene dos caras”, porque “está la otra cara, el autobloqueo”, utilizado por el régimen “como una emergencia para defenderse” de los “errores en determinados momentos”. Ahora Milanés llegó más lejos y fue mucho más contundente, por eso no dudo que Rodríguez le salga al paso otra vez. Hace cuarenta y tantos años cantaban a dos voces las ideas y las convicciones que una generación entera repetía a coro.
Hoy, en cambio, tomaron caminos muy diferentes. Uno abrió su voz al mundo para que “llegue al último confín de norte a sur y de este a oeste”. Al otro el machete se le enredó en la maleza de comodidades, en una playa donde las estrellas no tienen que salir, porque se simulan con luces de artificio. Mientras tanto, Cuba ya no va a ningún lado.
2 comentarios:
coño cambiaste la foto, jaja. dizque actualizando :p
Es un gusto leer lo que escribes. Me sorprende cada vez que lo hago, por lo mucho que lo disfruto. No es ce las ideas de las que hablo, por que puedo no estar de acuerdo en algunas o en muchas. Es la poesia, es en como dices lo que dices.
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