Ya se sabe que es falso, que Milan Kundera no chivateó a nadie. Aunque si lo hubiese hecho, a los veinte años y en la Praga roja, era igual de inocente. Lenin fue el pionero en eso de desacreditar a los enemigos para hacerlos indignos y silentes, pero fue Stalin el que convirtió esa práctica en una macabra herramienta para aplastar a todo aquel que tratara siquiera de contradecirlo.
Cuando den las doce de la noche del próximo 31 de diciembre, la dictadura de Fidel Castro cumplirá 50 años. En todo ese tiempo, según él, todos los cubanos dignos han estado de su lado. Los que se le han enfrentado, de una manera o de otra, han merecido de parte suya un sinnúmero de descalificaciones.
Hoy Cuba es un país en ruinas donde, parafraseando una vieja canción de Silvio Rodríguez, nadie ríe y todos bostezan. Pero si alguien decide denunciar el estado de senilidad y descomposición en que se encuentra la nación cubana, se convierte de inmediato en un gusano o en un vende patria, en una escoria o en un mercenario. “Siempre tuve miedo de verme encerrado en una afirmación dogmática que pudiera impedirme cambiar de opinión”, dice Jean Daniel que dijo Milan Kundera.
Millones de cubanos han cambiado de opinión, muchos de ellos a lo mejor chivatearon a alguien alguna vez. Pero al igual que el joven checo que hizo lo que trataron de endilgarle a Kundera, son inocentes. Esas culpas ya son incobrables, como lo es la deuda que la revolución tiene con todos los que desperdiciaron sus vidas en ella.
Cuando den las doce de la noche del próximo 31 de diciembre, la dictadura de Fidel Castro cumplirá 50 años. En todo ese tiempo, según él, todos los cubanos dignos han estado de su lado. Los que se le han enfrentado, de una manera o de otra, han merecido de parte suya un sinnúmero de descalificaciones.
Hoy Cuba es un país en ruinas donde, parafraseando una vieja canción de Silvio Rodríguez, nadie ríe y todos bostezan. Pero si alguien decide denunciar el estado de senilidad y descomposición en que se encuentra la nación cubana, se convierte de inmediato en un gusano o en un vende patria, en una escoria o en un mercenario. “Siempre tuve miedo de verme encerrado en una afirmación dogmática que pudiera impedirme cambiar de opinión”, dice Jean Daniel que dijo Milan Kundera.
Millones de cubanos han cambiado de opinión, muchos de ellos a lo mejor chivatearon a alguien alguna vez. Pero al igual que el joven checo que hizo lo que trataron de endilgarle a Kundera, son inocentes. Esas culpas ya son incobrables, como lo es la deuda que la revolución tiene con todos los que desperdiciaron sus vidas en ella.
2 comentarios:
Querido amigo, te agradezco siempre tus envíos. Aún no he leído este último, pero en cuanto lo haga te comento. Creo haberme leído todo lo de Kundera y me emociona tanta similitud, sobre todos en sentimientos. Un abrazo fuerte, aristides
"camilisísmo
perdona que no te haya respondido antes, pero la yabes qué chiste es la conexión a internet en cuba. ansioso estoy de irme un poco a los montes, que la habana es tan infernal ahora, tras el paso de los muy "oportunos" ciclones como para no quedarse ni a verla caer. en el interin, uno espera, y la vida desespera. a ver hasta cuándo. siempre es bueno leer a pessoa en estos días. y pensar en los amigos, esos heterónimos. un abrazo largo para ti, desde otra Cuba a la Cuba en que me respondes."
NORGE
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